sábado, 29 de septiembre de 2012

Responsables




Responsabilidad dice el diccionario de la lengua española, en la tercera aceptación, como la que más se le puede aplicar al asunto de lo de la Encarnación, el siguiente tenor:

“3. Cargo u obligación moral que resulta para uno del posible yerro en cosa o asunto determinado”.

Comparte, Ayuntamiento y concesionaria, ambos dos en esta plaza de abastos municipal las obligaciones del posible yerro, es decir las obligaciones de reparar los negativos resultados que son causados por la aleatoria apertura de las puertas, y como no, también el dejar sin atender el razonamiento de colocar una nueva justo en el lugar que el publico determina cada día donde debe de colocarse.

Los responsables de este asunto están enterados suficientemente, diría que saturados de información, petición, y ruego, pero hacen todo lo posible para que la demora se eternice, es decir nada, y así continúan, como esperando que sea el tiempo quien soluciones el asunto, como si no fuera su responsabilidad, en la responsabilidad.

Los responsables que de una parte tiene pobre argumentos, incluido los imposibles, pero se obstinan en continuar la propaganda con lo de hacemosloimposible, de la otra, incluso sus argumentos son de los que pueden causar risa, si no fuera que se trata de algo bastante serio, esgrimiendo en la confusión, que conseguir que la respuesta tenga un estudio técnico previo, con el fin de optimizar el recorrido del laberinto no parece lo correcto en este caso, y piensa que tal actuación puede tener una connotación militar del tiempo de la colonia. Tu quoque, Brute, filli mí.

Hoy cuando el bullicio se hacia presente en el laberinto, la soledad se había implantado en la desértica calle en demasiados momentos de una mañana que podía haber sido de venta propicia. Algún día será mañana.

La anécdota, la produjo dos matrimonios de minusválidos que llegaron montados en sus correspondientes carritos eléctricos. Debo de entender que por suerte para ellos, era justo el lugar donde podían realizar sus compras, por cuanto toda la atención estaba en ellos.

Sepan que eran turistas holandeses, así que tuvimos que entendernos entre un poco de mi ingles macarrónico, y el dominio del esperanto del mimo que se me da bastante bien para mi poliglotismo, pudimos enteramos de lo que querían comprar. Su pedido era jamón, pero ni se pueden imaginar el cuadro cuando advierto que uno de los hombres con sus brazos y piernas paralizados solo puede mover un dedo de su mano izquierda y la cabeza, eso era toda su movilidad, pero parecia increible la presteza conduciendo su vehiculo especial..

No podía mirarle a la cara, por el dolor que me causaba su desdicha, a pesar de que era el que tenia algún conocimiento del español. La situación se me hacia un nudo cuando la señora desmenuza mínimamente la finísima prueba que me solicitaron para testar el excelente jamón que podía dispensarles,  para delicadamente introducir los minúsculos pedacitos en su boca. A nada que llego su dulce sabor a las papilas gustativas realizo un comentario favorecedor asentando su preferencia.

Me llego una preocupación razonable cuando empezó a carraspear el efecto de la bellota y los 45 meses de curación. No hubo cuidado se le veía contento, y todos sonrieron por lo cual tuve que ampliar la prueba haciéndola extensiva a los cuatro.

Una felicidad, un regalo verles contento en su extrema situación, muy similar a la que padece mi amigo Paquito, cuponero que cada día intenta quitarme de este lugar con jubilacion de oro, que poco mas que un brazo el derecho y la cabeza le funciona, pues por días pierde ese brazo izquierdo que se empotra en el volumen de su tremenda humanidad, y se me hacia un mundo saber que han llegado haciendo turismo, hasta donde el Duque de Alba tiene casa, tan alegremente, como si su incapacidad no existiera. ¡Quien dijo, miedo!

Para finalizar, la foto de rigor conmigo de protagonista y aquel hombre cogiendo con su único dedo el jamón de pega que le descuelgo para la instantánea por lo que se llevara un recuerdo de la simpática anécdota. Les acompaño hasta la salida , agradeciendole la leccion de vida que me ofrecieron, y les abro la puerta de dos hojas, pues como todos sabéis, incluida la responsabilidad, de que no exista una puerta automática de la que ni hiciera falta un solo dedo para abrirla, en lo de la Encarnación, lo mismo puede ser una irresponsabilidad, es decir que no tiene responsabilidad, ni quien la asuma, que ya sabemos lo que dice el diccionario.
Sevilla a 29 de septiembre de 2012

Francisco Rodríguez Estévez

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