sábado, 1 de septiembre de 2012

De: francisco rodríguez estévez
Fecha: 06/02/07 05:44:59


: Velazquez en el mercado

Date: Sat, 02 Jun 2007

La subasta

No será empresa fácil, pudiendo serla. Pues de siempre resultó mucho mas sencillo que se fusionen grandes bancos y cajas, que poner de acuerdo a la comunidad de vecinos, o bien realizar un pacto político de gobierno que atender a la demanda ciudadana. Pero no queda tiempo ni existe voluntad en el poder, y el martillo de la prisa se alzará cuando se esté contando el resultado de la cuestación de urgencia, como un escrutinio de victorias. Nueve a la una. Aun no ha sonado el golpe del mazo de madera de álamo negro, idéntico martillo de sentencias de juez americano de las películas y el temblor recorrerá el cuerpo que ha tomado la voluntad aunada portando el rescate, como temiendo que alguien pueda echarle un pulso a los frágiles deseos de esta ciudad y se esfume el sueño de traerla para siempre.
Nueve a las dos. Nine a two. La nasal voz se apagará como otras veces tras el murmullo que acelera los corazones, y el silencio se dejará sentir en la sala pendiente del mínimo gesto que se llevaría al garete toda ilusión de tenerla cerca.
Unos segundos quedaran para valorar todos los esfuerzos realizados para llegar a aquella sala de los sustos, sabiendo que todo se puede ir al traste a nada que, por un capricho de banco, inteligente por supuesto, nos la arrebaten y la perdamos definitivamente.
Será un momento crucial, donde no se acabará de entender como ha dado lugar todo esto, y no se encontrará explicación como es que no se dispone, donde tanto se dilapida, para acabar comprendiendo que tal vez sea por eso.
Nueve, la prueba del nueve de los números indica, como los sondeos electorales, que no se alcanzará el objetivo a menos que el capitulo de inversiones programáticas se amplíe, pues con el modelo de los cien, del todo a cien, como aportación personal y ejemplarizante de quienes podían rascarse algo más por su ringo rango, dando muestras de escasez , y no solo de ideas, cuando el censo, con una abstención del 60%, y un residual en blanco, nulos, no saben, no contestan del 10%, con una media de diez euritos por barba, resulta que se alcanzaría algo menos de tres, rojo, impar y pasa, como el nueve, y aun faltarían seis. Y es que no es fácil disponer de cien euros para un compromiso con la Historia, con pensiones de cuatrocientos euros, cuando con los cien hay que obrar un milagro cada mes para alcanzar el final.
La cuestación de cinco euros, si que sería de milagro, como el del Sermón de la Montaña para que se multiplicaran y los participantes, algo así como dos millones, todos con los cinco euritos a la cola, no cabrían en monte alguno.
No deja de ser apasionante y bonita esta historia de Santa Rufina, nuevamente mártir de los tiempos, que con lo que costaran las setas de la Encarnación, vendría acompañada como mínimo de seis o siete amigas del paraíso, para que no se sintiera sola. ¡Pero hay tanto que emplear! Tanto que si quisieran, no haría falta cuestaciones populares, ni movilizaciones asociativas, solo dinero, en el está la ultima palabra.
De lo que no cabe duda es que lo del milagro de Santa Rufina, tendría su tiron, pero de oreja. Nueve a las tres. El mazazo retumbará haciendo vibrar los espinazos, y a alguien se le habrá tenido que caer la cara de vergüenza.

Sevilla a 2 de Junio de 2007

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