martes, 4 de septiembre de 2012


Redifusion (2007-2012)
El veneno de las setas.




Que le resulte raro, no es raro, ya que se trata de eso, de crear una rareza, tan rara, que hasta hay quien las aplaude, no en vano nos dicen que es lo moderno.

O sea, que sin saberlo vengo a escribir a la ultima, que no postrera letra, ni marca del justiciero zorro, ni se trata de micologia, ni connotación con el Sr. Rodríguez, pues se cae en la cuenta que lo de la ultima, no es cosa como la moda, que viene de Paris como Marmande, dado que creí que el estilo “raro” era “papuchi”, y lo de las setas incalificable.

Pero ni siquiera esto de a la ultima es nuevo, ni por lo tanto, moderno. Hace muchas décadas se escribieron obras en este estilo que llamaron absurdo, y al igual que a sus cosas D. Ramón las bautizó greguerías, otros llaman, a sus tonterías, “jaculatorias”, por lo cual los mamarrachos pueden ser, por que no, llamados modernidades, en definitiva, que al igual que otro escriben en nomina de tal forma, rara, rara, que no hay quien los entienda, no tiene por que ser malo escribir a la ultima, por supuesto se debe entender que no se escribe a la moda, por raro que parezca, sino a la ultima tontería, con lo cual se espera, usted me entiende, que no tenga el mismo resultado, si bien no es seguro que sea, por lo que se teme, la ultima modernidad lo de las setas.

En las maletas de recortes, ¡Hay tantas!, que no dejo de guardar “perlas”, otra joya, como la del Caribe, pero no es la voz del santero en el vaticinio, pues lleva firma de historiador metido en dura competencia con Aramis, que precisamente no es mosquetero.

Raro, raro. Ni se me ocurre que le mueve a escribir el futuro, a quien debe ser erudito del pasado, siendo este, el pasado, y no el firmante, un legado de enseñanzas, algo que cíclicamente se repite, y no un sueño de visionario.

Porqué imagina que puede haber negocio, donde es más que posible que aparezca la ruina, y no precisamente de Hispalis, por los ignotos condicionantes, entre los que se encuentra el altísimo costo de estructuras y su mantenimiento del mal calificado mercado emblematico, llamado a la sinergia del sector, locomotora del pujante comercio, y revitalizador de la zona de su influencia, entre otras melifluas frases para vendernos la burra. Donde está la disciplina metodológica que se le presupone, cuando al botellodromo, describe como “Sala de Conciertos”, y mal que le pese, como bien escribe en la idealización, no tendrá que esperarse a la mañana de un viernes tan especial, cualquier mañana de sábado, aquello rebozará únicamente como un inmenso mingitorio, y la performance virtual que recrea, estará compuesta de vidrios rotos y una montaña de desperdicios, que junto a la desgracia de la indigencia que buscará el resguardo entre cartones, la única banda que bordará vueltas, mucho es de temer, que sea la de una juvenil jauría con sus motos haciendo trial por las escalinatas, Y, si no, al tiempo.



Francisco Rodríguez Estévez

Sevilla a 21 de Abril de 2007





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