miércoles, 30 de noviembre de 2011

Todo puede cambiar

Otro final

De nada sirvieron los planes, salvo que fueran de pensiones, pues, entre la vaca loca, y la loca crisis, me jodieron una previsible jubilación. Otro final.
Muchos años cotizando, y resulta que no son suficientes, pues, como autónomo, hacen faltan mas años, como mínimo treinta y cinco, toda una vida, y lo que queda en la cuenta que me han hecho es una miseria que no cubre el costo vital.
Ni por asomo esta jubilación me alcanzaría para cubrir los gastos que genera vivir como cartujo, sin contar el que supone la alimentación, junto con el ordinario de la casa, y el que se origina mínimamente en lo personal.
La crisis ha desencadenado justo en el momento mas critico de mi vida, en el esperaba obtener unos importantes ingresos por desprenderme del remozado negocio, y después de esperar en la provisionalidad tantos años, pero ahora resulta que no encuentro a nadie que le interese. Otro final,
No me queda otra que seguir en eso que llaman mercado, en lo de la Encarnación, un lugar de diseño tan anticomercial que cerraron tres puestos en menos de diez meses, y donde ineludiblemente si no se quiere engrosar la cuenta con el mismo final que los antecesores, se tendrá que esperar a que pase la crisis para que, algunos de los varios vendedores que superan los trece lustros, puedan traspasar de urgencias a como de lugar, y lastimosamente aquello de lo que un día fueron sus propietarios y que por la gestion de modernidad del doctor Sanchez, en la actualidad, son meros subarrendatarios. El caso es que de momento no me podría jubilar.
Persistiré una y otra vez para que algún responsable caiga en la cuenta de la importancia que puede tener no cerrar mas puestos para el mercado, y las ventajas de abrir la puerta justo en el lugar donde cada día entran buscándola muchísimas personas, pero que no existe.
Dicen que ahora en la constructora-adjudicataria-concesionaria lo mismo están estudiando la reiterada petición, y quien sabe si para el aniversario nos encontramos con la inauguración de la puerta.
Seria el momento jubiloso, que lo mismo ni me importaría seguir en activo, mientras el cuerpo aguante, sin preocuparme que les ahorre la exigua paga que me corresponde durante el tiempo que sea a la tesorería de la seguridad social, para que incrementen sus activos, con su pan se lo coman. Seria otra final, ganada, como la Davis.
Con la puerta vendrán de inmediato las ventas, por el momento ausentes, y con las ventas los beneficios, y lo mismo cuando se vea que aquello es un buen negocio, seguro que no le faltaran empresas interesadas en implantarse en el icono de modernidad.
Como comprenderán, cuando acaba el dichoso mes, no es el momento, en especial cuando la puerta aun esta en estudio, y tantas cosas dependen de ella, que empiece otra vez a recordar todo lo que a simple vista se observa, y que por supuesto nada me importará que nadie las vea, y es que otro final se vislumbra si mirando la puerta de Poniente, hasta el tiempo se detiene, y lo mismo ni me jubilo.
Sevilla a 30 de noviembre de 2011
Francisco Rodriguez Estevez

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