martes, 22 de noviembre de 2011

En semejante sitio

En el tholos

Justo donde hace ya tiempo que debería de haberse instalado la escultura de la diosa de la Encarnación, en el tholos que tenia las perversas previsiones de instalar una repugnante fuente “bulto” de esas que hasta la fecha aun ninguna lanzo un chorrito de agua por los machacados surtidores.
El “Tholos” sacro lugar para acoger una diosa, por aquello que se le cambió el uso de parterre colillero, para con cierto acierto no poner nada en ese lugar donde ya estuvo la indigencia, la novia, y también, quien lo diría, el mercedes blanco, al que le habían encontrado un lugar ideal para aparcar.
Es seguro de que, tarde más o, acaso menos, la escultura de Vasallo tiene ese lugar reservado, y cierto es que no puede ser cosa difícil el poder llevarlo a cabo, si se pone el mínimo interés en las distintas delegaciones municipales que tienen que resolver el asunto. Tiene su punto de emotividad conseguir el regreso de Ceres, lo cual sumará tanto en el conjunto realizado, como en el interés de los clientes que al entrar por la puerta que se procederá a abrir en la fachada de Poniente se encuentren la majestuosa escultura.
En el “tholos” vacío se siente la ausencia determinante de la diosa, su presencia se presagia como necesidad imperiosa para complementar una desangelada y absurda barreduela de cristal, apéndice, o lagrima, en la que evidentemente falta una puerta para acceder al mercado y que inútilmente buscan cada día un buen numero de personas, y donde lo mismo se amarran las bicicletas, que estacionan las motocicletas y ciclomotores.
El mercedes blanco encontró el lugar perfecto, la imagen por detrás del cristal hacia verle que hubiera penetrado como metido en una capsula transparente dentro del mercado, violando impúdicamente el lugar reservado, mas diríase intimo y privado que sacro, aunque lo fuera pero como no había puerta todo quedó en una ilusión óptica.
Sevilla a 22 de noviembre de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

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