miércoles, 23 de noviembre de 2011

Para verle mejor

El emerito

Hacia varios días que no venia visitarme mi emerito cliente con el que de forma cordial y respetuosa divago sobre lo absurdo y lo abstracto, pero al final, siempre coincidimos en lo anárquico, y en lo patrimonial. Cierto es que las líneas rectas, y los ángulos de la cerámica le tienen secuestrado.
Hoy ha venido para, una vez mas, solidarizarse en la demanda de una puerta que coincidiendo con mi parecer, corrobora con su amplia experiencia en la arquitectura.
Por sus conocimientos profesionales es de las pocas personas que han advertido, cuantos defectos se perciben a simple vista, sin perjuicio de que ya saldrán los vicios ocultos como en todas las obras.
En su visita vuelve a insistir en la peste que alli hace y su posible origen. Llámese peste al singular olor que denominado como olor a seta, que esta entre Dinamarca y banco de Iglesia, se ha instalado en el llamado mercado para integrarse en mezcolanza junto al de las aguas que resuma el pescado para dejar de ser inodoras en los remansos de los desagües, el de los inodoros incapaces de expulsar con el débil shunt los que se depositan en sus tazas, los que produce la acumulación de lo invendible en carros rebosantes que bajo la gradota del Oeste empiezan a fermentar, y en especial, dice (por su experiencia en elementos constructivos) por los filtros del aire acondicionado, una vez que se impregnaron de toda la cacosmia que se produjo.
Me insta a que escriba sobre ello, y que también saque unas fotos y las envíe a los medios para denunciar el pavimento de granito que se colocó en la fachada Sur, y que a su juicio es de alta calidad pero que quedó tan mal colocado que apenas quedan algunas piezas completas.
Acabo pronto zanjando el asunto, pues le devuelvo el envite, y le invito a que sea quien es emerito en las artes de la construcción, el, que con su sabiduría pueda llevar a cabo la denuncia publica basada en su saber, se acabaron los discursos. Quedamos para el Lunes ir a ver el asunto del expolio de la fábrica de Vidrio de la Trinidad, donde las aguas volverán a su cauce, pues no llego la sangre al río.
Por el contrario, y es que a lo peor, me estaré acostumbrado al olor de lo de la Encarnación, pues como que solo lo percibo a oleadas, y ya no es de la forma continuada que antes me producía unas arqueadas como para abrir una puerta en el cristal que coincide con la travesía central. También, y esto a quintuplicado la fuerza como IU, ya que se puede observar sin dificultad que la sinuosa calle antes tenia una iluminación tan pobre como la que tiene el mercado amarillo en su interior, pues utilizaron las mismas lámparas y la misma distribución de estas a lo largo de su serpenteante trazado y ahora con la nueva luminosidad como que se ve todo mas claro.

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