martes, 15 de noviembre de 2011

Paco, Kondo, Jaime, me encontraron

Mañana

Mañana me enteraré por la prensa, pues como que me da igual ocho, que ochenta, quien comandaba la comitiva, posiblemente de formación política que, con la parafernalia de los flashes, cruzó por la calle de en medio, sin reparar en la que por ejemplo, tiene al poniente en la derecha si mira hacia el Sur.
Mañana podré enterarme de quien no me pidió el voto. Me dijeron que era una comitiva tumultuosa, ¡que pena!, hubiera podido mostrarle la puerta inexistente a todos, y que los responsables de la concesionaria marchaban en la retaguardia de la apretada formación.
Lo cierto es que en la dificultad de hallarme, algunas personas me encuentran cuando me buscan y no precisamente para pedirme nada.
Mi amigo Paco, que llego a ser internacional de rugby siendo sordo profundo, y por cuyo motivo no pudo aprender a hablar al no poder escuchar ni sus propias palabras, vino a verme, le habían dicho que no me había jubilado y que aun permanecía detrás del mostrador.
Era la primera vez que entraba en este laberinto y solo su tenacidad le llevó a encontrarme, eso si dando vueltas y vueltas, pues ¿como podría preguntarle a nadie donde me encontraba?
Cierto es que hacia mucho tiempo que no nos veíamos, y el me expresó de sopetón, y así me lo dijo en su lenguaje gestual, que me encontraba gordo barrigón, y envejecido por el pelo, que se puso blanco posiblemente de los disgusto que llevo con lo de la puerta.
Aun no me había repuesto de tan agradable visita, y la sorpresa se presentó, y aunque esperaba a la persona que está encargada de ir solucionando los continuos problemas que aparecen en el llamado mercado, si mal algunas veces también crea algunos, tal como habíamos quedado, pues como que no vino, y ya se que por lo visto, y me figuro, estaría formando en el pelotón de cola de la visita, que seguro, mañana me informaré de quien se trataba.
Y mira por donde, apareció Kondo, y esa fue una alegría aun mayor. Después de doce años, había vuelto Kondo, un japonés que vivíó durante mucho tiempo en Sevilla con su esposa, maestro de escritura, y que hace mas de doce años tuvo que dejar nuestra ciudad con urgencias, y marchó a su país para cuidar a su anciana madre.
Durante estos doce años ha estado traduciendo a Miguel Delibes al japonés. Me regala un ejemplar que nunca voy a poder leer mas allá de la dedicatoria, y me trae dos regalos, uno es una tela ritual con un mensaje de buenos augurios para mi negocio que el mismo coloca, y el otro, la publicación en un libro de poesias, en japones, con la particularidad que se encuentra uno según me dice, que es la traducción de un poema que hace mucho escribí, y que se lo dediqué cuando se marchó, y que ni recordaba. Me dice que incluso se estudia en las escuelas. (Como se pueden figurar ni puedo creérmelo)
Tenia cierta prisa, iba a visitar a alguien que se encuentra en el asilo de la calle Oriente, para llevarle otros regalos, y le despido con mi inventada palabra que tanta gracia hace a los japoneses, “harigatissimo”.
No tenia venta, ni pasaba publico, y la caterva procesional seguramente caminaba por otro lado del laberinto, cuando en su bici llegó el joven antropólogo para entregarme una copia en DVD, de su trabajo de fin de carrera que con el titulo de “Patrimonio, paisaje urbano, y política local” basado en lo ocurrido en esta Encarnación de mis canas antes de mis carnes, en el que pude dar toda la información a cuantas preguntas de su interés me formulaba y por el que ha obtenido nada menos que la calificación de MATRICULA DE HONOR
Hoy el día no daba para nada mas que para la felicidad, no hubo ventas, acaso mañana, que es cuando me han llamado para entrevistarme con una persona responsable, (debe de ser alguien nuevo), y hablaremos, no le quepan dudas de la puerta. Veremos que pasa, si el trozo de seda que me trajo Kondo, y que luce en el fondo amarillo de la formica, está haciendo efecto. Mañana.
Sevilla a 15 de noviembre de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

No hay comentarios: