domingo, 20 de noviembre de 2011

Lo que cuenta

El voto

No es que sea este caso del voto, una promesa que cumplir, pero hay días que como este en el que lo prometido lleva a la reflexión, cuando te desayunas que la vida de un lince está tasada en dos millones de euros, y aquella que perdió del tiron quien por aquello de que apareciera la encefalopatía espongiforme bovina, se le partiera el corazón a trizas de llevar tantos días sin partir ni un filete, pues esta, no lo creerán, sale por lo mismo que se cobra por un ere.
Dice la noticia que la cantidad ha sido devuelta, pero pensando en los linces aparece la duda, y la pregunta, de que si hay que ser un ídem, para saber si todo ese dinero que aparece en la débil cuenta bancaria, acostumbrada a los números rojos, si estos que por su cuantía mas parecían ajenos, evidentemente que no podían ser propios.
Las sentencias se dictan con dinero, pues se dice que no hay mayor castigo que aquel que toca a los bolsillos, y resulta que un lince, siempre es un lince, por aquello de que es un lince.
Sin embargo un pre-jubilado con ere que según se desprende del auto, acaso ni sabía quien fuera el lince que, por voto favorable, inscribió un nombre, al parecer al azar, domicilio, al azar, y numero de cuenta, al azar, como beneficiario, nada menos de una empresa en “crack” en la que nunca había puesto un pie encima. Y luego dicen que las vacas estaban locas.
Se sabe que fueron estas contagiadas por un prion que les administraron al hacerlas forzosamente carnívoras, cuando le dieron de alimentación harina de carnes procedentes de cabras afectadas de “temblaeras” , muertas por comer tanta basura que se deja en los montes, y que en la tranformacion en pienso para los rumiantes herbívoros, para mas señas, pues resulta que otro lince de la economía caliente, sugirió no llevar a cabo, por aquello del ahorro energético, y en propio beneficio (empresarial), que no se alcanzara la temperatura aconsejada para que la cabra muerta, que no vale ni la millonésima parte de un lince, obtuviera el sabor de las verdes praderas, y como consecuencia, acabara con el sector cárnico solo del susto.
La condena por perder la vida, esa que como efecto colateral se estaba cargando nada menos que el mismísimo lince de la planta transformadora, pues supone la misma cantidad que un “eres tu” ingresado en la cuenta corriente, (la de los números rojos) del pre-jubilado, que, otorgando en el silencio, sabia que como apareciera el lince se montaría el numero.
Sin que para nada suponga a estas alturas ningún menoscabo, devolver la cantidad impropiamente recibida, al caer en la cuenta, (como un lince), de que esta cantidad como que no tenía un origen que fuera familiar.
Y es que los números no tienen el mismo valor, como la vida de la cabra y la del lince. Numero de circo, de sentencias, números de sustos, números rojos, la diferencia siempre está en el número de votos, que en este caso tampoco significa lo prometido, que de siempre se dijo que era deuda.
Sevilla a 20 de noviembre de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

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