martes, 8 de noviembre de 2011

Cosa de ciego (ver, o no ver)

La impaciencia

Si esto fuera de ayer para hoy, no estaría justificada, pero hace tanto que ser impaciente a estas fechas todavía tendría un pase.
Justo, desde el mismo día en que abrieron la única puerta inaugural que habilitaron, y gracias a la ventana que con tanta vehemencia, como razón, pedí que se abriera tras la mas falsa de las fachadas, de esto va para once meses, que son los mismo que llevo tratando de encontrar, primero, con aquellos responsables, irresponsables en la actualidad, y ahora, con estos irresponsables de aquello, nuevos responsables a fin de cuenta, que sean ellos, cuando menos, los que puedan informar con certeza a quien le corresponde ( en el caso de que le pueda elevar una petición en correcta forma) la responsabilidad de decidir si se abre la puerta reclamada , o por el contrario no la autoriza, si es que encuentra los argumentos suficientes para denegar su apertura.
La impaciencia, después de once meses, a todas luces es hasta justificada. Sin embargo no parece aconsejable hurgar más en la misma mierda, y lo sensato, llegado a este punto y compromiso, se hace no menealla, por si acaso.
Son circunstancias en lo que cabe mas la discreción que llamar la atención, seguro que desde la responsabilidad están obrando en consecuencia, y están estudiando la manera de abrir una puerta en lo de la Encarnación, sin tener que solicitarla, pues es evidente que nada mas ver aquello, en el mismo lugar que el propio sentido común dice, ¡Pero como que no se ha abierto aquí una puerta!
El caso es que, lo mismo tienen los informes técnicos preparado, retirar una luneta y poner dos hojas deslizantes de cristal en su lugar, accionadas con un motor que se activa con una cámara que detecta a la persona (pecatta minuta de tecnología y vanguardia de los 80), y de aquí a nada se le encarga a la empresa de puertas automáticas, que seria la opción mas económica, pues modificar las existentes encarecería la operación.
Por consiguiente demos unas fechas, y sujetemos la impaciencia de los once meses, este mes once del año once, como el premio gordo de los ciegos, el tuerto es rey, (como concejal de “setas”) para que todo siga el curso correcto y nada pueda entorpecer la colocación de la puerta que mas que por olvido del Rey, por necesaria, ni tendrá que solicitarse.
Sevilla a 8 de noviembre de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

No hay comentarios: