jueves, 7 de julio de 2011

Es siete, siempre siete, pero hace seis

Por San Fermín

Hace seis años, seis, como los toros del encierro, que aquel joven dispersabas las octavillas que no hay quien sepa ni quien las mandó a imprimir, ni quien las pagó, ni ordenó esta distribución aérea de siniestro matiz.
Como corre el tiempo, como los toros del encierro, buscando Mercaderes hacia el Ayuntamiento. Hace ya seis años, que tal amanecer apareciera, llenos de banderas, como caballos de viento, como guirnaldas engalanado todo el perímetro del enorme agujero por el que a la Encarnación, en la “puya” de su suerte, se le acababa la vida, como a los toros del encierro, como a los toros que corren al amanecer, antes de que se le venga la noche.
En los balcones y escaparates unas peticiones para que los recuerdos del pasado, hoy joya, ayer cuatro piedras, no supongan una ruina para la Encarnación. Seis años negro, que corren como toros buscando tablas, antes de quedar hecho carne, han pasado y la ruina presagiada no era la que temían los placeros, seis año mas y la ruina es la joya y la joya una ruina, tal como se estaba propiciando en la rápida carrera entre Mercaderes y Ayuntamiento, en la que en cualquier momento puede aparecer la plata que forma la fina defensa de un morlaco capaz de hacer guiñapos del mas preparado, pues la carrera, como las ventas, influye la suerte, y en especial donde acaba el encierro, en la plaza.
Hace seis años, que desde la alta responsabilidad en materia de Cultura de la comunidad andaluza, se permitió, cosa que ya estaba realizada, desmontar todo el yacimiento encontrado en el solar de la plaza de la Encarnación, para realizar un pilotaje que luego resultó innecesario, y en su lugar llevar a cabo la “mas invasiva de las cimentaciones” Amores dixit, y lo que dixit, ya se sabe, que lo mismo se cuelga por las paredes el mosaico de la Gorgona Medusa, que se destruye un horno, en aplicación de la famosa tesis de las capas de la cebolla, para llorar. Bueno, calla.
Hace hoy seis años de eso y ya nadie se acuerda, ni los placeros, ni los vecinos, ni el comercio que había llenado sus escaparates con ese aterrador mensaje ruinas no, y si pueden vengan por lo de la Encarnación y comprueben sin bajar abajo donde nos instalaron la ruina.
Aun hay quien piensa que la ruina esta donde el aparcamiento, y lo mismo otros creen que en la estación Metropol, inclusos los hay que, el trafico de por sí ya seria un infierno, cierto es que sin trafico,no hay paraíso, por mas que las desiertas calles atraiga a los camellos, a falta de oasis, lo cual resulta, por mas que parezca que en lugar de toros, y carreras, el final de esto resulte cosa de caballo, caballo de viento.
Sevilla a 7 de Julio de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

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