viernes, 3 de junio de 2011

Mi puesto, es mio (uno de los nuestro)

Placeros

A pesar de que las cosas se les han puesto tan difícil como siempre, los placeros(casi todos) aun no aprendieron nada mas que ha sobrevivir.
A la velocidad de extinción que parece le han marcado, se encaminan al desconocido futuro sin plantearse algo más que las mismas variantes a las que se habituaron.
Cierto es que con la caja llena, la caja no estorba, al revés, mejor adorna. Igual que con la caja vacía, todas las cajas incomodan, en especial las llenas.
La conclusión es que todo depende de la caja, y entonces ocurre que, aquellos que la hacen buena, no están para otra cosa, y los que no la hacen, comprueba como se vacía, y que inútilmente encuentra el modo de llenar a gotas, lo que se escapa a chorros.
Es el precio de la tradición. En la concurrencia nunca está la competencia, pero en la mayor oferta, si no se aumenta la demanda, cosa harto difícil, no queda otra que para sobrevivir debe de aparecer la especialización.
Pero no es fácil que esto lo pueda aceptar quien, habiendo echado los dientes en la plaza de abastos, tenga que venir nadie a decirle, que el negocio no es su puesto. Estaría bueno.
El vendedor de mercado, que gusta de llamarse industrial, generalmente cree, (acaso por la costumbre que los años hicieron dentro de las cuatro paredes), que cuando menos concurrencia interior, hay mas a repartir. Los tenemos que hasta piensan que incluso aumentaran las ventas,( y los gastos), y no quiere que le diga nadie, ni por asomo, que con cada puesto que se cierra, algo suyo también se cierra, aunque no quiera verlo mas que como la caída de un adversario, uno menos para compartir la riqueza, en la pobreza, que genera un mercado que va cerrando puestos, devaluando a todos los que resisten, aun a riesgo de ser multado por las inspectoras disfrazadas de amas de casa, y la decena de uniformados agentes de servicio, sencillamente por colocar las cajas en un lugar prohibido por las nuevas ordenanzas, donde, si estuvieran todos los puestos abiertos,( lo cual seria un signo de prospero negocio), nunca podrían colocarlas.
Los placeros son enemigos de ellos mismos. Son individualidades que nunca se integran en el colectivo que le es ajeno, como queriendo ser los dueños de su destino, lo que pasa es que el mismo destino también se le supone que es de todos, y la plaza también, y los espacios comunes, y la responsabilidad de gestionarla, (a ser posible bien). Otro problema, ¿Pero quien?.
Ninguno admitiría las decisiones de un igual, y las que de siempre se plantean a discutir, finalmente salen con otras cosas, generalmente ancestrales, añejas,(pero latentes) a relucir, y con toda probabilidad suelen acabar en lo personal, en lo propio, en lo mío, y nunca en lo que afecta a todos en general.
Y siempre, siempre, se termina en lo de las cajas. Por favor, quiten las cajas, quiten las carretillas, quiten las bicicletas, quiten los ruidos, quiten la intolerancia, quiten la soberbia, quiten suciedad, y si pueden quiten la nueva ordenanza, a menos que quieran acabar siendo quitados de en medio también, y no tendrán que venir nunca mas las inspectoras, ni los agentes de uniforme, pues de seguir así, acabaran con la plaza, o acabaran solo, pero sin nadie mas.

Sevilla a 3 de Junio de 2011
Francisco Rodriguez

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