miércoles, 15 de junio de 2011

De cine

La película

La crisis también le cogió al cine de lleno. Como ha cambiado la cosa, de aquellas 16.000 pesetas y almuerzo en un estupendo restaurante, que me pagaron por una figuración especial, con frase, y por aquello que no hubo que repetirla pues salio del carajo, la jornada de "Una pasion singular" apenas duro 4 horas.
A las 7 de la tarde, alas 7 en punto de la tarde, tenia cita con el séptimo arte. La cosa iba de talismán, que por si no saben es una americana vieja que iba a tirar y que por casualidad, desde entonces, cada vez que la utilizaba resultaban las cosas favorables, era facil pensar que daba suerte y por eso la he llevado puesta en difíciles situaciones obteniendo un porcentaje elevado de buenos resultados.
Tal es el éxito que hasta la clase política, en distintas opciones, ha resultado beneficiada. El caso es que ante la situación general, y la del cine en particular, es que me contrataron para una película, mas por el vestuario especial, que por mi especial talento. Un contrato de 900 euros mensuales, en jornadas de 40 horas semanales, el contrato corresponde a un solo día de trabajo, unos treinta euros, con talismán incluido, por ocho horas, incluido el descanso. Dan bocadillos, y refrescos de cola.
A la figuración se le prepara el ensayo para la toma, son las 4’30 de la madrugada, es decir que habían pasado 9 horas y treinta minutos, y aquello daba la impresión de que se prolongaría en el tiempo.
No me hubiera importado continuar, pero dejé bien claro en producción que no podría estar mas tarde de las 2.30, pues mi trabajo en el mercado me exige estar cuando menos descansado para iniciar otra jornada de cine, de 6 de la mañana a 4 de la tarde, en una figuración permanente de vendedor de carnes que me asignaron las circunstancias.
Todo el calor de la tarde, y el de la noche, es soportado por los figurantes acotados en un redil, esperando ser llamados para alcanzar la inmortalidad del Films, en una escena tumultuosa de acción policial en un prostíbulo, donde carne y comensal acaban en la furgoneta aparcada en la plaza. Carne de cañon, carne de cama.
Una vertiginosa carrera de sesenta metros teniendo que bajar una escalera de dos tramos con veintinueve escalones, y tres peldaños más en el sanjuán y a todo meter, salvar el marco del postigo de la gran puerta de la casa palacio que sirve de localización a módico precio.
Me marcho, no puedo aguantar mas, ha sobrepasado todo el horario de seguridad que había marcado cuando eran las siete de la tarde. Lo dejo, no alcanzaré a mi pesar, los segundo de gloria que, como cliente putifuro, era detenido por la policía nacional, de la de antes, con empujón incluido, pero la pierna izquierda, esa que se lleno de varices por estar tanto tiempo de figurante de lo propio, ya no aguantaba, el sueño, el cansancio, y la preocupación por las horas que se aceleraban para dejarme la noche en blanco, por treinta euros, como una maldita paga.
Y para mi que lo siento, pues con seguridad con este abandono de ultima hora, es posible que se me cierren definitivamente las puertas de la figuración, incluso con la chaqueta, pero mas lo siento por que sin ella, la película que tanta ilusión ha generado en mis “amigos” los del cine, en estos momentos de crisis, es posible que no alcance lo que con el talismán, con seguridad, hubiera podido lograr.
He vuelto a guardar la americana, debería de haberla tirado hace muchos años, estoy convencido de lleva la suerte a quien la necesita, incluso injustamente, y la verdad es que tampoco ocupa mucho sitio dentro de la bolsa de Galerías Preciados, en la que permanece desde hace muchos años, siempre esperando que alguien confíe en su poder, y que a mi que soy su dueño, hasta ahora me ha negado, por eso tal vez no me desprendo de ella, por si algún día cambia de parecer y es verdad que me tiene reservado un final de película. (Ya te lo contaré)
Sevilla a 15 de Junio de 2011
(Santísima Trinidad)
Francisco Rodriguez

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