lunes, 31 de mayo de 2010

Sin fuego, sin agua...........,

Contra el fuego

La rosa y sus espinas estaban a salvo del fuego en el jardín de los asbestos. Por más que la cosa estuviera que arde, (con lo del sótano de la Guerra), al menos, por agradar,sabemos que solo lo aplaudían los vendedores del mercado, que no placeros, y entonces......................., frente a los peligros, el candidato vino con el mimo, y el lenguaje de los gestos, y los expertos despiertos, hicieron bandera en contra, (que no, que no) a la primera llamada del cornetín de enganche.
Grímpolas, y confalones lucían formando en el variopinto sequito, tal como ratas detrás del flautista, y para colmo ir cayendo uno tras otro por el acantilado del olvido. Que bueno es el olvido, y que mala es la memoria.
Parecía, que el ejercito formado para sacar a la plaza de la Encarnación del sótano, en el que los propios vendedores la habían metido, ahora serviría para que no se hiciera ocurrencia desacertada, pues a los “pobrecitos placeros había que tratarlos con mimo después de tantos años sufriendo”. Pero el tipo tiene una palabra, distinta a su pensamiento y ajena a sus intenciones.
Si buscan responsabilidades, háganlo en el concurso. Concurso, concurso, ¡a jugar!
Entonce el juego era el de las bases, base por altura, y apareció lo imposible, y si es imposible, lo mejor es dar la orden clara, que se haga posible, ¡faltaría mas!
Todo el ejército marchaba detrás del pifano que tocaba artísticas piezas de raras armonías escritas en los pentagramas informativos, para desconcertar al adversario, y siendo este duro de oido, no habia otra que ser incansable, una y otra vez, como el que tocaba la flauta esperando que en algún momento propicio sonara.
Sonar, suena, mas, al volver la vista atrás, ni bandera, ni grímpolas, ni confalones, ni expertos, ni torpes, detrás del pifano no habia ni tan siquiera una sola rata de alcantarilla, por asquerosa que fuera. No habia nadie, de todos cuanto formaba en el escuadrón de choque, que luego, vendrían los nobles como los vinos, los delfines y los pez espadas, y mas tarde, tras el refrito, soplagaitas y los chisgarabís, con las bocas rusas y los partagas cubanos.Pero el caso es que, por mas que pareciera mentira, no habia nadie. Absolutamente nadie.
Acaba la historia del pifano, cuando, a pesar de ver que estaba solo (y a la cabeza del imaginario ejercito), marcado el ritmo del combate con la caña hueca, pensó que lo mejor seria seguir el ejemplo de David, y en lugar de enfrentarse con la fuerza de su onda al gigante Goliat, recordar que este optó por mandar a tomar viento fresco tanta música. Y cuentan que arrojó el soporte de madera, siempre de madera, que tañia para acompañar sus creaciones.
Sevilla a 31 de Mayo de 2010

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