jueves, 27 de mayo de 2010

Un trabajo para el futuro (dos estudiantes)

El futuro

Esta primavera, salvo posible hecatombe micológica, o maderera, tiene todas las papeletas para que sea la ultima en la que los futuros artistas, de esa fabrica que es la Facultad de Bellas Artes, realicen las clases de dibujo en movimiento dentro de la provisionalidad de la plaza de abastos de la Encarnación, en la que, por su progresivo vacío, cada vez encuentran menos modelos.
Lo cierto es que han dejado de venir con la asiduidad de otros años, y es que la soledad reina bajo las chapas del decrepito mercado, y la asignatura de naturalezas muertas las imparten en las aulas.
En el interior del arrinconado “bidonville”, donde los años pasaron con tal rapidez que apenas nadie puede creer que la provisionalidad lleve 37 años, la desolación se esta haciendo crónica, pues entre la escasa demografía del sector, eliminados los autobuses, las enormes distancias no invita a realizar el desplazamiento, y sin la remota posibilidad de acceder, no ya por la falta de aparcamiento, si no por el famoso plan anti-coche que arruinará al sector mucho antes de que aparezca “la Giralda” asomando los dientes por debajo de lo que nos ocupa, entre caja-sol y caja-sol, parasol.
Aparecieron con cierta timidez, realizando fotos del interior, acaso para llevarse un “recordatorio” del ultimo edificio publico del tardo-franquismo que resiste la memoria histórica, y que por ser posiblemente el único que se conserva integro del estilo provisional, lo mismo es una joya de las que deben de ser conservadas, para que no vuelvan a repetirla. Es el sino, la ciudad se llena de adefesios que recuerdan lo que no debe de volverse a hacer, y crece como la perla, hasta que llegan los pactos, y lo fastidian todo.
Los dos jóvenes disparaban una y otra vez sus cámaras, utilizando el flash en el oscuro interior de chapas buscando acaso un plano de las cogidas de los tubos, de los desconchones, las fisuras, los escalichados de las paredes, ¿acaso un gato?
Resultó que eran estudiantes de Arquitectura, estaban realizando fotos para complementar un trabajo sobre la relación de la ciudad y sus plazas de abastos. Habían elegido la Encarnación, al pensar que sería una gran plaza al estar en el centro de la ciudad. Los futuros arquitectos evidentemente no son nacidos en Sevilla, vienen de la Serena, y de tierras de Barros, gente sana, y no tienen ni zorra idea para mi sorpresa, sobre la vanguardia arquitectónica “champiñonera”. Mejor, que lo malo se pega.
Con gusto me sometí al interrogatorio, que en cuanto es sobre lo de la encarnación lo convierto en discurso. Durante el monologo comprobé el grado de estupefacción que el desborde de información les causaba. No era un buen tema elegir la comparación de la ciudad de Sevilla con su plaza de abastos de la Encarnación, ¿o, si?
Me confesaron que era un trabajo difícil por el abandono que han visto en todas las plazas municipales de abastos, y por lo vacías que estaban les parecían ser malos negocios. Si se decía, hace tiempo, que los mercados es el termómetro de la ciudad, no me cabe que el trabajo quede convertido en un funeral, de todas formas han quedado en que me regalaran un CD. Para finalizar los dos futuros arquitectos, por un momento posaron como vendedores de la plaza de abastos ocupando, detrás de los mostradores, ese lugar en el que todo es posible que se vea distinto. Al menos, tengo el convencimiento de que si alguna vez les encargan hacer un mercado, con seguridad realizaran algo amable, y por nada del mundo diseñaran espantos imposibles como” eso” que siempre será mejor demolerlos, y mas barato que acabarlos, aunque espero que la enseñanza no sea por aquello que a lo de la Encarnación lo dejaron en pié para que sirviera de ejemplo, para el futuro.
Sevilla a 27 de Mayo de 2010-
Francisco Rodríguez Estévez

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