sábado, 15 de mayo de 2010

El olor del mercado

El P-2

Crece el andamiaje en lo de la Encarnación para que lel P-2 soporte la carga de madera que, según diseño, se tiene previsto que la recubra a nada que llegue, siempre y cuando se tenga la disponibilidad económica, aunque parece esto ultimo que se retrasa.
Se puede observar fácilmente, pues basta pasar por alli, como los tubos están tomando una altura de consideración especial, que a falta de concretar cual será la altura que alcance la madera, hace que aun sea imposible apreciar, con una imaginaria línea, si sobrepasa la que está establecida como máxima permitida, pues no debería superar la cúpula del edificio religioso protegido, a menos que intencionadamente se desee transgredir la Ley de Patrimonio de Andalucía.
En el P-2, los operarios, son ingenieros especialistas venidos de Alemania, según la información del anterior Concejal de Urbanismo que, después de realizar la arquitectura financiera, de momento fallida por esos flecos que por la falta de rigor la improvisación ocasiona.
Cinco meses lleva aquello sin avance en la arquitectura de madera, según dicen única en el mundo, cinco meses sin arquitectura económica, según parece sin financiación, cinco meses que, a falta de pegamento, de resina y de pernos para que aguante, nada parece aguantar la insostenibilidad del proyecto que fue denominado imposible, por no decirle mamarracho, que es lo que apetece, antes que tragar tanto lo de modernidad, como lo de vanguardia.
No existe certeza de que el quinteto de especialistas, que en las alturas del P-2 de momento instalan los tubos, tengan previsto dejar los espacios para colocar los obligatorios paneles solares fotovoltaicos, pues antes, tiene que quedar ensamblado el revestimiento con los tablones, que llegaran, mas tarde que pronto, una vez que la desviada cuenta encuentre la cantidad, importante cantidad, que permita cancelar las facturas pendientes de pago, incluida las maderas.
Bajo la gran sombra, en la umbría, que mas parece oscuridad, las ondulaciones delimitan el espacio llamado del mercado con paredes de vidrio de efecto espejo, que perimetran, junto con las escaleras de granito lo que parece un lúgubre lugar que en nada puede asemejar ser plaza de abastos.
Agrupados caprichosamente, y sin estudio de mercado, ni de diseño, ni de circulación comercial, los comerciantes en un numero inferior a los que resistieron en la provisionalidad, ocuparan los cuarenta espacios de las diez isletas casi circulares que se inventaron en Berlín.
Dotados con el equipamiento y uniformidad que la falta de imaginación, y la ausencia de creatividad genera en estos casos, cada establecimiento dispondrá como mínimo de cámara frigorífica individual y vitrinas expositoras sobre-mostrador, y aparato de aire acondicionado, lo cual hace, si no se dispone de gas, prever también un termo eléctrico y en algún caso el triturador de basuras orgánicas, caja registradora, e incluso arcon congelador, lo que viene a resultar algo así como doscientos pequeños motorcitos lanzando continuos chorros de aire caliente en el interior del vítreo cerramiento, lo que posiblemente haga subir muchos grados la temperatura del “moderno” habitáculo destinado a perecederos. Que mal huele lo del P-2.
Sevilla a 15 de Mayo de 2010
Francisco Rodriguez Estevez

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