Parar el tren
No sé porqué, pero cada vez tengo la
impresión de que me quedo nuevamente más solo en este asunto que tanto me duele
de la Encarnación
que todos conocéis. Sin contar con los adormecidos comerciantes, inmersos en
ese sueño inducido, solo puedo dirigirme a vosotros, pues tenias las ideas mas
claras que ellos, y que nuestros dirigentes, como para imaginar lo que supondrá
para esta ciudad soportar ese icono que todos sabéis, pues si esta cosa
prospera por un silencio que ensordecerá en nuestros adentros, lo inmediato es
que se tenga que aceptar, en lo sucesivo, cualquier cosa.
Muchos estábamos juntos para defender la Encarnación en su
conjunto, y su tradicional plaza de abastos municipal, para evitarle el
presumible desaguisado como por ejemplo lo ocurrido en San Sebastián, donde
tras una provisionalidad de algo mas de un año, los comerciantes, en su mayoría
dejaron sus comercios, absorbidos por un centro comercial.
Aquí, que llevamos en la provisionalidad
más humillante algo mas de treinta y tres años, se lleva el mismo camino, pero
algo más lento, si cabe más mortificante, para unos vendedores expropiados,
dormidos por el sueño, (que ahora resulta que es malo para la salud), pues
soñaban volver a un mercado como los de Barcelona y Valencia, que reciben
tantos visitantes foráneos, como si de dos museos se trataran, y ya sabéis lo
del dedalitos y la epatante cubierta.
Acaso gusta al viajero mezclarse con la
gente en estos singulares espacios de ambiente cosmopolita.
En esta aun estamos, y la solidaridad, la
comprensión, no falta, ni los ánimos y alientos que llegan y que es de
agradecer, pero eso no es suficiente
para parar este tren que está cogiendo velocidad de urna, acaso con tanatorio,
pues de nada sirve que digan Quijote, valiente, torero o gladiador a quien
escribe el drama críptico del misterio de las setas, antes Encarnación.
Tal vez Quijote por la locura de
enfrentarse al arremangado Pentapolin, al que reconoció porque llevaba alzado
su siniestro brazo, cuando a lo mas que siento son las punzantes pezuñas de los
borregos clavándose en unos sentimientos, tal como si varios rebaños pasaran
por encima.
¿Valiente?, el valor es un estado de
animo que escasea en quien lleva tanto tiempo en esta esclavitud, que no es la Orden de la Encarnación , sita en
los Terceros,, sino esta entrega poniendo “puyas”, que en tal caso seria no
diestro sino picador haciendo sangre en unos lomos inalcanzables, pero estas no
son hirientes, sino cartas al viento expresando buenos deseos, pues así son las
puyas, según las enseñanzas del Venerable 5ª
Keusang Rimpoché Kalsang Tukkú, Lama que impartió su sabiduría en el
parque del Alamillo.
He leído que con la mente se puede parar
un tren en marcha, se trata de una técnica oriental llamada
“Xianglongshihazhang”, tal como suena, y se practica con la meditación, así
pues todo será cuestión de prepararse.
Mientras, por si falla este nuevo
intento, en el que tengo a Santa Rita, a San Judas Tadeo y a San Expedito en el
ajo, procuren poner algunas chinitas en las vías, a ver si tenemos suerte y al
menos descarrila.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla a 7 de Junio de 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario