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De chino
Decía el asesor de la gran empresa, ávida de titánicos
objetivos, acaso imposibles, que lo peor era hacerse entender con los socios
del Consejo, pues para ello era necesario conocer el mandarin clásico, y que para su desesperación en ocasiones, ni
así lo llegaba a lograr.
El caso es que en aquellas largas secciones de varias horas,
tiempo que solían durar las Asambleas, era mas que seguro de que al final todo
se circunscribía al asunto de las cajas, de los bancos, y cuando no era asunto
de bolsa lo era de sacos, incluso de contenedores, el caso es que las altas miras de los objetivos a debate quedaban reducidas a un
conflicto de intereses en el que las utópicas inversiones como materia de discusión, mas parecía
canibalismo fraticida, pues costaba discernir entre lo particular, lo comunal y
lo general, si en la lectura de las
conclusiones no se dominaba el chino.
Bastaba una nota admonitoria de forma colectiva para que
todos durante varios días, pocos días, supiera perfectamente a que atenerse.
Hoy me han informado que los tiempos han cambiado, pensaba
que los principios de lo ajeno, y lo propio eran inalterables.
Debe de suceder que ahora una cosa es la letra, y otra cosa debe
de ser un número, pues pasa que
lamentablemente se pueden contemplar situaciones saltándose la letra, realizándose números impropios y extemporáneos, tal como si nada, y por el contrario dar lectura detenida de la letra, para el mejor entendimiento y mayor comprensión
de lo que está escrito, llega a formar un número.
Nadie, según la letra, debe de obtener beneficio en lo común, si este no lo puede lograr el resto
de los componentes que cumplen con las obligaciones establecidas y por lo tanto
también tienen los mismos derechos pues nadie puede estar por encima de los demás,
y menos disponer de lo común para su provecho.
En la ausencia de negocio siempre aparece el pesimismo, pues
es sabido que cuando aquel llega a quien le puede importar la letra si los números
dejan de ser rojos.
La lectura que puede hacerse es que, llegado a este punto,
lo mismo saber leer puede resultar inoportuno, mas cuando cualquier gesto de creatividad
puede ocasionar un número, por más que el agravio comparativo lleve a pensar
que lo importante sea el silencio, ni les cuento que puede suponer traducir el
chino.
Sevilla a 27 de Julio de 2013
Francisco Rodriguez
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