lunes, 22 de abril de 2013



Las blatellas germánicas

 

No solo vinieron las maderas, que cubrieron de tablones la germánica idea en lo de la Encarnación, pues aparte de la tontería alemana,  también llegaron las blatellas.

Las responsabilidades, (me dice quien de los placeros se hace voz) que a través del telefono han comunicado, tanto la oficial, como la oficiosa, que nada de nada.

Es decir que cuando existe una responsabilidad que no la llames Belem, Belem, que no vienen.

 Con estas noticias de respuesta verbal, que no contrato, hace pensar que lo mejor hubiera sido que pregunta y petición se hubieran formulado por escrito en papel con membrete cooperativo oficial, y por tal motivo esperar la contestación en idéntica forma tanto de la responsabilidad oficial, como la responsabilidad oficiosa, y mientras de esta forma, entre galgos y podencos, la blatella, nace, vive, fornica y se reproduce colocando las ootecas en los lugares apropiados, que por aquello del fenólico, (el formica que esta prohibido agujerear, salvo para colocar los destartalados apliques de luz) que al ser unos paneles sujetos, y pegados a una estructura de madera permite tener a las germánicas cientos de rendijas para la proliferación placentera, pues no parece que las asuste nada por el momento.

Todo hacia suponer que la responsabilidad oficial, la que percibe sus tasas, la que teniendo capacidad y dotación suficiente, tanto de medios, como de equipos, y personal cualificado para esta operación de choque, y disponiendo de armamentos químicos de destrucción masiva eficaces para combatir estas intrusión, pues parecería que siendo carnes de mis carnes, laboratorio y mercado, centros municipales la lógica hacia pensar que se prepararía  la inmediata logística para entrar en acción. Ni un spray

La responsabilidad oficiosa, que recibe mayor cuantía para la conservación y mantenimiento, (no cabe pensar que la alta dotación sea en parte para conservar las ootecas, por muy germánicas que estas sean) y lo suyo no podría ser escurrir el bulto tal que fuera un deposito de estas a punto de eclosionar en las rendijas, o en los husillos o quien dice en el falso techo, o los almacenes de cajas, carretillas y aperos, menos probable en el salón de  residuos, que a falta de trituradores, (como de fotovoltaicas) hubieran evitado los depósitos orgánicos en los contenedores que se evacuan por la barreduela de cristal, justo por donde el publico busca la puerta inexistente, y muy cerca del peligroso lucernario que remata la escaleta acotada para que la juventud no haga uso del espacio publico privatizado,  donde cada semana el camión succiona los pozos negros de un alcantarillado insuficiente, donde la blatella se hace fuerte antes de invadir  el entorno.

Los placeros se han planteado de nuevo caer en el error de hacer la guerra por su cuenta pagando por anticipado la derrota.

Sevilla a 22 de abril de 2013

Francisco Rodríguez Estévez  

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