La sentencia
Se sabe por los escritos que cuando la Encarnación apareció
en el Lithostrotos la suerte ya estaba echada, y dió comienzo el fin de esta
historia, que empieza tras la
Sentencia.
Al griterío de “tolle, tolle” (quítenlo, quítenlo) no
quedaba otra que acatar lo dictado en la sentencia.
En la madera de la Encarnación, la centuria tiene la custodia, y el
propio Cayo Casio la responsabilidad para que esta maxima sentencia se cumpla, tal
como aparece en el Acta judicial que le entregaron. Ejecutese.
No ha quedado claro por el momento que exista el deseo de
acatar con rapidez lo dictado por el Supremo Tribunal, mal ejemplo si este deber
corresponde cumplir a la responsabilidad publica, y no solo por ser profesional
de la aplicación de la
Justicia , en excedencia, mas cuando en justicia representa al
conjunto de los ciudadanos que no deben de desobedecer la decisión de un
tribunal, y menos demorarlo con vericuetos y estrategias que no hagan mas que
alargar en el tiempo, en este caso, lo inapelable.
Más parece que sería una mala praxis darle salida al
atolladero causado, con seguirdad a sabiendas, y aplicarle aquello
de borrón y cuenta nueva, la culpa es de otros, y que no lo volveremos a repetir. Pues ya seria
lamentable que esto sucediera, pero el caso es que si se ha permitido pepino y
hongos, quien quita que no proliferen, después de cualquier tormenta, quien
sabe que cosa, ¡Ay, Alameda!
Y nada importará si lo que se modifica es el papel y sus
letras, y lo mismo la UNESCO
calificaría a esta ciudad de las personas como patrimonio de los disparates,
pero no por que se pueda estar en contra de estos edificios, todo lo contrario,
todos estamos a favor de estos, pero hacerlo en unos jardines públicos, en el
centro de la ciudad, o afectando visualmente a monumentos de Patrimonio
de la Humanidad
ha sido correr mucho riesgo. Y es lo que
ha venido a confirmar la
Sentencia.
Sevilla 26 de abril de 2013
Francisco Rodríguez Estévez
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