lunes, 20 de agosto de 2012

Los silencios




La verdad es que no se escucha un alma por la calle. Si es temprano, por que están durmiendo, si por la tarde por que están durmiendo también, y si es de noche, por que lo que quedaron hacen terraza, por aquello de que el hay que mirar por el aire, mas por el recibo, que no tiene nada que ver con la biosfera, ni con la brisa marinera que remonta el Guadalquivir, ni por supuesto con la borrasca atlántica, ni con los fuegos que arrasan el monte bajo, la foresta, y pone el susto en el cuerpo a miles de personas cada verano. 'Que calor!  El aire del abanico, y el fresquito que se tomaba, silla en mano, en la puerta de la calle ya no existen, en su lugar miles de turbinas de aire caliente llenan las calles, salpicadas de enormes goterones, cuado no chorreones a esquivar, que en nada se parecen al frescor que se creaba en los veranos de antes con los varios riegos que les daba a las calles.

En el silencio se escuchan mas fuertes los motores de las turbinas de los equipos de refrigeración, y los estruendos de las más potentes. El silencio deja sentir a cuantos energúmenos hablan a voces en la madrugada sin Sol, y sin lunes, y sin pensar que esas horas son para el descanso, y no para discursos, que poco les importa cuando alzan sus voces etílicas, de lengua trapajosa, sin molestarse en poner cuidado en el énfasis y tono que con su transcendental disertacion para cambiar el mundo como quien cambia una puerta, ¡Aviados estamos!.La locuacidad ejercida además de permitirnos la catalogación del  orador, logra impedir que se pueda conciliar el sueño que se nos resiste con el calor. Por que no te callas.

El silencio de la calle no es algo exclusivo del verano ni de la crisis. Ni del paro, ni de los corderos. De hecho hasta existe el silencio administrativo. Incluso crápulas callados, y silencios en el coso, silencio en la plaza. Que callada quietud.

Lo de la puerta es más que un silencio, que evidentemente lo es. Diría que es el silencio del no saber, ese que se califica en las encuestas con un socorrido no sabe, no contesta.

En ocasiones me da la impresión que el desconocimiento parte del no querer saber, y de esa forma se elude responsabilidades. Otras veces me preocupo que esto oueda ser un tema de burla hacia la autoridad competente, por mas que no queda demostrada, y lo mismo es una estrategia para no hacer nada que pueda mejorar aquello, y aquello, con su silencio, no deja de ser un grito que no se oye, sencillamente por que es algo palpable y evidente por lo que no hace falta levantar la voz como hace el noctámbulo bebido, a menos que este asunto, perdida toda seriedad, que la tiene,  y mucha, en la desconsideración de una guasa mas propia de tarambanas haya llegado a este punto, en cuyo caso puede entenderse que sea mejor que no digan nada y permanezcan en el silencio.

Lo mismo cualquier día abren la boca para decir algo, a ser posible coherente, y resulta que nos enteraremos si se colocara la puerta, una puerta, si serán dos, dos puertas, si hay fondos para una puerta, o para dos, si es cosa de la concesionaria, o de la administración, si los placeros tiene realizado el estudio de optimización, o si el delegado empleará manu militari, o por el contrario permitirá que a la burla la llamen demora. Lo que hace el silencio.

Sevilla a 20 de agosto de 2012

Francisco Rodríguez Estévez

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