sábado, 11 de agosto de 2012

De la calle




Veo la television. Todo parece indicar que sea una serie. El tema está en que ante la inminente ruina que tiene el negocio (se trata de restauración), el empresario sin ideas recurre al programa y le envían un experto chef.

Parece algo milagroso. Alguien de la calle que le abre los ojos al empresario en el primer análisis que por lo visto, por los años que llevaba en el asunto no creía necesario, y así le fue.
En esta primera fase se empieza, para no continuar en la misma línea descendente, en eliminar todo lo que resulte negativo, incluido el personal si fuera el caso. El de la calle advierte una serie de cosas que le hacen suponer la causa de la ausencia de clientes, que van desde la limpieza de un suelo inadecuado, a la falta de creatividad e innovación en la carta, desde la atención a los clientes hasta los deficientes repartos a domicilio, desde la absurda colocación de las mesas hasta la desordenada distribución, desde la angosta puerta de entrada hasta el desacertado diseño del interior, donde las columnas mas que decoración son obstáculos, y la podredumbre de luz mas le hace parecer antro. Cosa que eliminar, otras que conservar, algunas que potenciar, y muchas que incorporar. Nada nuevo.
En un momento de la entrevista el que viene de la calle le pregunta al empresario, ¿pero no se ha dado usted cuenta de donde está metido?, déle gracias a Dios que aun le entraban algunos clientes, posiblemente mas por costumbre que por ganas, pues acaso las ganas las tendrían por cambiar de restaurante.

Efectivamente las medidas empiezan a llevarse a cabo de inmediato, se limpia la cocina se despide a los cocineros acomodados y vagos, se reforma la puerta principal y se ilumina el salón, se cambia la decoración, y en definitiva, en los primeros retoques aquello ya parece otra cosa.

Un nuevo cocinero con amplia gama de platos y dos ayudantes son contratados, manteniendo los camareros y el jefe de sala. Pasado unos meses una visita hace ver como había mejorado aquello, y las distintas iniciativas que se habían tomado, así como las muchas novedades e ideas que tenían para el futuro.

Todo el tiempo me estaba imaginando que tuviéramos que llamar a alguien de la calle para que nos dijera que podemos hacer, no solo por mejorar esta plaza municipal de abastos que cada vez tiene menos atractivos, toda vez que no aparece nadie que tenga tantas ganas como para ir sustituyendo a los que les faltan las necesarias para seguir.

Como encontrar la manera de que sin que tenga que venir nadie de la calle se empiecen a mejorar, no las grandes cosas que seria algo imposible salvo que se diseñara y realizara de nuevo, si no reparar en las pequeñas cosas que son muchas.

Me sorprendería que tuviera que venir alguien de la calle para que se dieran cuenta de que las puertas están mal colocadas, y cuando menos seria muy importante abrir una cerca de la barreduela de cristal, naturalmente automática.

No me imagino que le hicieran caso a alguien que tuviera que venir de calle para que se llevara a cabo la modificación que permitiera el retorno de Ceres, de igual modo que no cabe pensar en ninguna idea que no venga de la calle para mejorar aspectos comerciales.

Hace para siete años que escribí en unas sesenta paginas, (que no se donde tendría que buscarlas si quisiera encontrarlas) todo lo que nos podia decir alguien que vinivera de la calle en referencia a medidas para optimizar la provisionalidad mientras seguiamos en aquel deplorable lugar y como enseñanza para el previsible cambio a un mercado nuevo, por supuesto muy distinto a este. Un trabajo tan inútil como meticuloso, me llevo un detallado estudio de aquellas cosas, elementos y actitudes que se deberían conservar, aquellas otras que tendríamos que potenciar, las que había que eliminar de inmediato, y otras tantas que se podían incorporar, y cuantas podían poco a poco irse añadiendo según fuera conveniente.

Naturalmente no vino nadie de la calle, y evidentemente nadie quiso saber nada, al igual que hoy sucede, por lo cual poco extrañaría que no se tarde mucho, viendo el panorama, que se tenga que llamar a uno de la calle para que en el primer análisis, haga ver, sin necesidad de estudio, todo lo que cada día se muestra a la vista, ante los propios ojos, y no se quiere ni mirar.

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