martes, 14 de agosto de 2012

A las siete en punto




Después de una noche de insomnio que el calor nos proporciona, resulta hasta agradable caminar por las solitarias calles de intramuros, y al tiempo comprobar como la claridad del nuevo día se va retrasando.

En la mañana de vísperas, el aire nos refresca el paseo, un regalo en el camino de iniciar una nueva jornada de un complicado trabajo, horas de espera para intentar hacer una venta sin publico se fue de vacaciones.

Desde la encrucijada de Regina se puede escuchar resoplar al “bicho”. Es demasiado temprano para que ninguno de los muchos bares pueda servir un café, y todos los establecimientos permanecen cerrados.

Desde la siete en punto de la mañana, “el bicho” avisa de su presencia a unos inexistentes vecinos. A través de los cristales puede verse algún movimiento en el interior, e incluso se puede comprobar que uno de los bares está abierto, y en la barra un par de parroquianos apuran sus copas.

La puerta desplegable esta cerrada, lo cual impide franquear el paso de una sinuosa calle en cuya entrada recibe con un espectacular chorro de aire caliente, un atractivo sorpresa que desprende, aparte de las partículas de olor impropias y poco agradables, no se sabe si algún que otro elemento no recomendable para una sana respiración.

No se hace atractivo, es más diré que se hace penoso el comenzar la jornada teniendo que bajar a pie por una empinada rampa, propia para vehículos, donde todos los motores expulsan pestosos chorros de aire caliente, por lo que para entrar al laberinto, al alemán y a los supervisores no se les ocurrió el modo, así pues, quedan pocas opciones, una esperar a que plieguen los cristales, cosa que ocurrirá pasada las ocho de la mañana, que bien podría realizarse mas temprano, como precaria solución a la accesibilidad, otra, tener la suerte que alguien salga por la puerta de emergencia, que comunica con los retretes y aseos, y que se viene utilizando para la entrada de mercancías , a tenor de que muchos camiones no pueden hacerlo por la zona de carga y descarga, y con suerte te permita, antes de que se cierre la puerta de seguridad, acceder al interior. Lo moderno es así.

Sevilla a 14 de agosto de 2012

Francisco Rodriguez Estevez





No hay comentarios: