Con el objeto de tener la memoria fresca en este
imperdonable asunto, recurro de vez en cuando a releer los escritos, no todos por supuesto, que durante tantos años
se han publicado sobre la Encarnación, y que guardo en dos voluminosas maletas
a fin de que no se pierda tanta información. A ellos les uno mis recuerdos e
impresiones personales y llego a la conclusión de que cada vez lo entiendo
menos lo pasado, y menos todo lo que quedará por pasar.
Aunque lo sucedido, a nada echar la vista atrás, a los años
que transcurrieron, ya se le veía venir, no es menos cierto que lo que falte, como
que no tiene necesidad de consultarse el vaticinio, ni ponerle velas de la
bruja Lola, para predecirlo.
Lo nuevo tiene tan malita cara como todo lo anterior, pero
puede acabar, aun siendo el final lo mejor que puede suceder, con seguridad
será bastante peor que todo lo actuado.
A los placeros debería preocuparles el futuro que se les
plantea, pero como que no les importa nada (con solo ver la actitud que
muestran) si eso de los parasoles pasará a ser el penúltimo fiasco, o todavía puede
haber nuevas sorpresas, pensando sobre todo, en cómo se las apañaran para
aguantar algunos años más, que no serán pocos los que queden, en semejante
mercado provisional.
Aparecen con las “setas” las bullas, o mejor dicho parece
existir una aceleración por comenzar aquello, y los síntomas de tapar la cripta
tiene el objetivo de edificar a todo gas, ya que el tiempo vuela para el
comprometido pacto, y no importará lo que sea, y de la cubierta……. ya
hablaremos, si es que esta puede realizarse en una postrera fase, si es que se
llega a concretar. Nada es imposible.
El emblemático se puede quedar en el gato que siempre
pareció, aunque hace tiempo que no se le ve por ningún lado, pues tiene todas
las semejanzas de gato, gato, aunque últimamente parezca liebre, por la
velocidad.
Con todo ello, para entender el misterio no basta releer
todo lo que se pueda de lo publicado, pero para que todo esto salga ligeramente
claro de las sombras, aunque sea tan solo medianamente torcido, se me antoja
que las dos velas darán poca luz.
Sevilla a 21 de Septiembre de 2004
Francisco Rodríguez Estévez
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