Si no fuera porque lo viví en mis carnes, diría que me
parecía mentira que existiera el la ciudadanía ese desconocimiento generalizado,
por mas de treinta años, de lo que acontece en la Encarnación, y todo ello a
pesar de la exhaustiva información que
este tema durante años ha tenido en los medios, como para comprobar que costara
tanto esfuerzo conseguir, de los transeúnte del paso por el lugar, una firma
solidaria para que otra Encarnación sea posible.
Lo cierto es que, en
la mayoría de los casos, el viandante que observa la maquinaria agujereando el
solar, una vez que han retirados “esos cuatro ladrillos” de unas ruinas
antiguas, cree que lo que se está realizando allí es un aparcamiento
subterráneo. Un error sustanciado en los bulos de la política engañosa, y que
el ciudadano piensa que para una vez concluido el gran aparcamiento de evacuación
lenta por el embudo de salida a Osario, por fin se procederá a edificar en
superficie un gran mercado moderno. Triste realidad.
Pocos llegan a detenerse, menos para atender cuando denodadamente
se les informa la importancia cultural y patrimonial de conservar aquello que
quedó de la Híspalis, además de su
estudio. Que el gran mercado se convertirá en una extravagancia híbrida, puesto
que será privatizado, y de tamaño reducido, con lo cual, fuera de la
competencia comercial, tendrá los días contados. Que la plaza pública queda
colocada en la azotea de este, y será privada, a conveniencia del inversor. Que
la cubierta sobrepasa la altura de los edificios alterando la panorámica de la
ski line, y la magnitud del costo, del tal elemento disturbador en el centro de
nuestra ciudad, tiene la participación municipal, es decir de todos, con la no
desdeñable aportación de la desafectación del edificio público de la actual
Delegación de Hacienda, por un periodo de cuarenta años.
Apenas nadie daba crédito a la agotadora explicación,
sencillamente porque todo parece increíble. Algo lamentable. No obstante el
pequeño grupo que estuvo durante dos horas iniciando esta nueva campaña de
recogida de firmas, obtuvo algo más de doscientas, acaso inútiles, pero siendo
las correspondientes a personas que, con anterioridad, a pesar de la difusión
de los medios, desconocían esta amplia explicación directa, de boca a oreja,
que resultó tan gratificante y alentadora, como extenuante.
La conclusión de la agotadora jornada fue realmente
positiva, ya que informados, los ciudadanos eran capaces de rectificar sus
criterios y las “cuatro piedras” tomaban una relevancia, en la mayoría de los
firmantes, fundamental.
Algunos dudaban cuando se le cuestionaba lo de estación del
metro, la resignación les atenazaban, al igual que mostraban indolencia ante el
futuro mercado dedalito y su botellodromo.
Solo los que demandan el gran aparcamiento, como solución de
progreso, continuaban abominando del pasado histórico, con el argumento de que
estos aparecen por todos lados a poco que se escarbe.
Gusto para todo, en dos horas, para darnos cuenta de al
menos dos cosas, que a pesar de tantos periódicos, se lee poco, y que en esta
ciudad se protesta más que se firma para evitarlo. Si no de que se iba a
hablar. Nos quedaremos sin plaza municipal de abastos, y con toda seguridad,
sin metro, y lo que es peor sin poder aparcar. Al tiempo.
Sevilla a 21 de Octubre de 2005
Francisco Rodríguez Estévez
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