jueves, 28 de febrero de 2013


                                         Estatua de Hermes

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En la mitología griega Hermes (en griego antiguo Έρμῆς) es el dios olímpico mensajero, de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores y las vacadas, de los oradores y el ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los pesos y medidas, de los inventos y el comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos.
Hijo de Zeus y la pléyade Maya. El himno homérico a Hermes lo invoca como el «de multiforme ingenio (polytropos), de astutos pensamientos, ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de la puerta, que muy pronto habría de hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses.»

Me hacia mas ilusión acudir para este menester a la Ceres de Vasallo, me la hacia mas cercana por cuanto la adquirieron los vendedores de la Encarnación hacia los años 50 del pasado siglo, (como quien dice ayer) pues quedamos quien la recuerda en el privilegiado sitio de la hornacina central de la fachada Sur que se le edificó al viejo mercado tras su mutilación.

Diosa de la abundancia, de los campos, de los cereales y de la fertilidad. Pero en este caso tendré que acudir a este Dios mensajero para que estos escritos que envío formulando una razonable petición, los pongo en sus manos para que llegue a las alturas que corresponden, y no se conviertan en mensajes de humos, tal como los hacían los indios, y que se disipaban a nada que el aire hiciera su aparición, muy especialmente las miasmas, que por su olorcillo, parecen que emanan del propio laberinto (ya sabéis) por la falta de renovación.

Encarnado encargado, mira por donde, de las fronteras, lindes, perímetro y alineaciones, irregulares o transgresoras, ya fueran curvas o rectas, acaso también de los que intentan pasar, salir, o simplemente cruzar el disparate a ser posible por la puerta de la lógica, pues la dificultad no se encuentra en pegar con cera las alas para escapar de semejante lugar, antes de que te coja el toro, y es que a falta de burladero lo sensato es coger la puerta, que siendo Dios Hermes protector de los inventos, lo mismo se le ocurre ponerla, mas que con palabras, con ingenio.

Lo mismo si la protección hubiera sido solicitada a Príapo, se hubieran enterado allí arriba del potencial que los placeros en cuanto les tocan en su sensibilidad pueden mostrar, motivo suficiente cuando vela por los mentirosos. Pero al igual que invoca el himno a cuatreros y ladrones de los que te roban la cartera y la documentación metiendo la mano en la caja, igual va a los pesos y medidas que se la llevan con un bolígrafo, también es jefe de los sueños, espía nocturno, y guardián de la puerta. Dice el himno dedicado al multiforme, como el multidisciplinar y polietapico conjunto micologico,  ruina, calle sinuosa, laberinto, azotea botellodromo, plaza de los indignados, enclave de eventos, contaminador visual de fuente, puente sin seguridad, y de paseo sin accesibilidad, ni sostenibilidad, con reservorio de placeros subvencionados, que este Dios en cuanto a lo de la puerta, que una vez la instalen, hará muy pronto, igual para la inauguración, alardes de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses.

Quiera Hermes que estén todavía para esa fecha mis amigos en el consistorio y el la adjudicataria concesionaria, como representantes de las divinidades que permanecerán, como los placeros, incluso cuando ellos, al igual que tantos otros lo hicieron se hayan ido del Olimpo.    

Sevilla a 28 de Febrero de 2013

Francisco Rodriguez Estevez

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