martes, 1 de enero de 2013

lunes, 31 de diciembre de 2012
A cinco grados



Para despedirse, el año bajó su temperatura, pero para calentarla, parecerá mentira, pero nada hay como enfrascarse en una discusión por ser el primero de la cola, como cuando los tiempos del carbón. ¿Quién es la ultima?

Con cinco grados en la calle los dos jubilados discuten por ser el primero cuando son los dos únicos, por el momento, cuando siendo algo menos de las ocho de la mañana, y empieza a clarear el dia, aun faltan como mínimo hora y media de espera. Qué poco vale el tiempo, para estos mayores que lo dilapidan en esperas interminables, cuando podían estar, por lo menos, si no en la cama, al menos calentitos en sus casa.

Parece mentira pero cada día la pelotera se forma esperando a formar la cola y no precisamente del carbón. Estos mayores, y los no tanto, tienen un compromiso de espera con la fidelidad tan grande, que no les importa nada, pero nada de nada, por lo que parece que guardar la cola les alimenta.
Se diría que ahí esta su felicidad, pues no adquieren algo que no sea posible en mil lugares, diría que tampoco es mejor, pero la espera cabe pensar que les pone.

Viene a ser como eso que cantaba mi primer compadre de chaval, hace poco menos de sesenta años, y por estas peloteras que se forman cada día me lo recuerda, pues fue algo que sucedió en su pueblo, un domingo y vino a formarla aquella persona que enfrascada en la discursión por ser la primera derramó el perol de aceite por aquello que quería la porra y formó tal pelotera en el puesto de jeringo. Cosa que causó la burla de todos y tuvo como recompensa la maleficiencia de los chiquillos pues se empeño en ser la primera, y además llevarse la porra, cosa que evidentemente no logró. Como dice mi entrañable amigo Alberto, teta y sopa.

A cinco grados con un frio que pela, con los años superados ampliamente de la tercera edad, y encima tenerse que permanecer en el silencio, allí juntos los dos contrincantes, y de pie, mirándose de continuo con el refunfuño que les hervía la sangre en la tensa espera, y todo, para adquirir los productos de su fidelidad, y lo peor del caso, es que el establecimiento dispone de tres dependientes, y en ocasiones se incorpora un cuarto, por lo que los tres primeros son atendidos al mismo tiempo.
Es una alegría que aun se formen cola para comprar, que para nada importe permanecer un par de horas de pie, tal que pareciera que se fuera a acabar el carbón y no se pudieran encender un brasero, ni poner una olla, ni calentar unas planchas, posiblemente el tiempo del carbón se quedó en el olvido y estos mayores, y los que no lo son tanto, en la espera no quieren olvidar cuanto tiempo, como calidad añadida, les costó adquirir aquello que en mil sitios podría comprar, pero evidentemente lo que les apasiona es calentarse la sangre para ser la primera. Si no, no se entendería. Pero he de decir que es todo un espectáculo increíble.

Sevilla a 31 de Diciembre de 2012

El próximo seguiremos con la puerta.

Francisco Rodriguez Estevez

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