De la Encarnación
Después de todo he
podido reunir un importante número de cartas que sobre la Encarnación fui
escribiendo a través de los años, muchos años. En un principio fueron para
llamar la atención en vano intento de salir de una ergástula que se hizo
eterna, como condena, cuando era provisional. Ni que decir del resultado que
obtuve.
Luego, cuando empezaron a mover el asunto, entre proyectos y
tonterías, centré mis cartas en lo difícil que estaba resultando realizar un
mercado como los de toda la vida, pero era un tiempo en el que los placeros gustaban
escuchaban las pamplinas, y los responsables, los de los placeros, mejor ni les
cuento, y los de gobernar, para que decirles. Ustedes mismos.
Con lo del concurso cabía esperar que apareciera cualquier
cosa, y con los de las adjudicaciones, que fueron dos, la primera, está aun por
explicar como se concedió, y como se rescató. Agua pasada.
Y en cuanto a la propuesta que ofertaba ser la más económica
y en consecuencia recortaba los plazos, pues triplicó los costos, y duplicaron
los tiempos. Claro que era un proyecto imposible, y por lo tanto lo que menos
importaba era el mercado y los placeros.
En todo este disparatado asunto, casi increible, he podido
conservar muchas cartas, acaso demasiadas, de las que he enviado a los medios,
y que fueron publicadas en un alto numero, pero el caso es que no sirvieron
para nada, si acaso para que cuando se
me leyera quedara de manifiesto mi
propia opinión sobre este asunto, y verificar una vez comprobado el resultado
cuanto de acierto tuve con tan solo aplicar el sentido común.
El paso del tiempo ha hecho coincidir con mi opinión, a otras muchas personas. Mas vale tarde que
nunca.
Lo cierto es que el panorama que se presentaba, una vez que realizada
la micologica cubierta donde trataron de
jurungar el futuro del residual de los placeros que pudieron llegar hasta ese
laberinto, evidentemente no era el mismo para todos, por lo que a nada de inaugurarse,
ya se pudo comprobar que la colocación aleatoria de las puertas era fruto del gran desconocimiento del autor del
diseño, que no tenia ni pajolera idea en
optimizar el recorrido, al objeto de que la distribución fuera mas pareja y se
evitaran las desigualdades que aparecieron.
Antes de los tres
meses ya se habían cerrado tres puestos, y dos años mas tardes siguen cerrados.
Lo que indica que no son negocios.
Algo mas de dos años, lleva aquello abierto y cuesta
entender la actitud de los responsables, que en lugar de llevar a cabos
acciones que mejoren las dificultades que pueden encontrar los clientes, tanto
para entrar como para salir de ese galimatico espacio, pongamos por ejemplo
dando apertura a una nueva puerta, a ser posible automática para permitir el
acceso a las personas con discapacidad , entiéndase, puerta de seguridad que
permita encontrar rápidamente la calle en caso de emergencia, y por que no para
que la travesía central punto álgido del comercio encuentre la prolongación en
la calle desierta, que queda fuera del circuito donde se concentra el bullicio,
Hoy por poner un ejemplo, cosa que sucede a diario. Mientras
por la calle desierta pasaron un numero de personas que no alcanzó la decena,
fueron mas de cincuenta las que buscaron una entrada, una puerta, en un lugar lógico,
donde al alemán se le ocurrió hacer la barreduela, y aunque fue atronadoramente
aplaudida por los palmeros, los responsables se deberían de dar cuenta de que
algo deberían de hacer, y no es precisamente lo que están haciendo.
Sevilla a 10 de enero de 2013
Francisco Rodríguez Estévez
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