Punto de encuentro
Es cierto que el mercado tiene ese plus de poder encontrar
la conversación en cualquiera de los puntos de ventas.
Donde me encuentro es fácil hallar la palabra. Hoy mi interlocutor
venia de México D.F., me dijo que era arquitecto, y mientras le cortaba las
finas lonchas de jamón que iba a paladearlas de inmediato, iniciamos la plática,
acerca del mercado.
Según decía le había gustado mucho, aunque advertía una fuerte
concentración de olores, una dispersión de la colocación de los tenderetes, y
una mala aplicación del aprovechamiento del viario dejando todos los “pilotes”
a la vista.
Con ser todo ello insuficiente, le señalé las puertas aleatoriamente
colocadas, la falta de ventilación natural, el inadecuado suelo de granito
poroso, la falta de renovación de aire,
los desagües visto, el laberíntico diseño, y la endeblez de los materiales. Para
nada quise hacerle más observaciones, pero en esta que se dio cuenta de que
faltaba una puerta en un lugar, donde pudo comprobar cuantas personas
intentaban encontrarla.
Este joven arquitecto mejicano, y el que viniera del cofin
del mundo, pudo comprobar que no era este un lugar para que sirviera de modelo
en ninguna facultad de arquitectura, pues sin sostenibilidad en el consumo energético,
y sin aplicar los conceptos de accesibilidad para las personas con discapacidad,
había que sumarle la ignorancia que en la realización habían demostrado tener, cuando
aparte de la desierta calle, donde nos encontramos, la optimización comercial
queda en menos de la mitad de la totalidad de la superficie. Creo que al
marcharse había cambiado de opinión.
A nada, recibí la visita del mayor de los Pedrinazzis, Pepe trabaja en Cádiz, por mor de una adecuación
de la plantilla de la empresa…….. Ha venido a saludarme pues sabe que lo de la
puerta es puro carnaval, como casi todo en esta ciudad de la gracia, y que por su experiencia, pues lleva muchos
años en sus carnes combatiendo, en una cruzada sin fin, al la inoperancia, pues
teme que a la casa de Pumarejo, pueda sucederle otra Encarnación. Como leerán
no es cosa de risa, el carnaval, que siendo fiesta de la carne, con los años se
hace de las canas, pues todo se eterniza.
A nada de marcharse Pedrinazzi, que tiene nombre de gelatero
veneciano, me visita Luis Hornillo, de Puma de toda la vida, trabajador sin
trabajo, y con edad de no encontrar, ni salida ni entrada, tal como si la
puerta de otra Encarnación se tratara. Visita
relámpago, tanto es así, que solo pudo ver en esos instantes, como, a pesar de
la desapacible y calurosa mañana de este Enero, como solo un par de personas mayores se adentraban en la
barreduela de cristal en inútil intento por entrar en el laberinto de la plaza
municipal de abastos. Lugar de encuentros.
Sevilla a 18 de Enero de 2013
Francisco Rodríguez Estévez
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