viernes, 18 de enero de 2013


Punto de encuentro

 

Es cierto que el mercado tiene ese plus de poder encontrar la conversación en cualquiera de los puntos de ventas.

Donde me encuentro es fácil hallar la palabra. Hoy mi interlocutor venia de México D.F., me dijo que era arquitecto, y mientras le cortaba las finas lonchas de jamón que iba a paladearlas de inmediato, iniciamos la plática, acerca del mercado.

Según decía le había gustado mucho, aunque advertía una fuerte concentración de olores, una dispersión de la colocación de los tenderetes, y una mala aplicación del aprovechamiento del viario dejando todos los “pilotes” a la vista.

Con ser todo ello insuficiente, le señalé las puertas aleatoriamente colocadas, la falta de ventilación natural, el inadecuado suelo de granito poroso,  la falta de renovación de aire, los desagües visto, el laberíntico diseño, y la endeblez de los materiales. Para nada quise hacerle más observaciones, pero en esta que se dio cuenta de que faltaba una puerta en un lugar, donde pudo comprobar cuantas personas intentaban encontrarla.

Este joven arquitecto mejicano, y el que viniera del cofin del mundo, pudo comprobar que no era este un lugar para que sirviera de modelo en ninguna facultad de arquitectura, pues sin sostenibilidad en el consumo energético, y sin aplicar los conceptos de accesibilidad para las personas con discapacidad, había que sumarle la ignorancia que en  la realización habían demostrado tener, cuando aparte de la desierta calle, donde nos encontramos, la optimización comercial queda en menos de la mitad de la totalidad de la superficie. Creo que al marcharse había cambiado de opinión.

A nada, recibí la visita del mayor de los Pedrinazzis,  Pepe trabaja en Cádiz, por mor de una adecuación de la plantilla de la empresa…….. Ha venido a saludarme pues sabe que lo de la puerta es puro carnaval, como casi todo en esta ciudad de la gracia,  y que por su experiencia, pues lleva muchos años en sus carnes combatiendo, en una cruzada sin fin, al la inoperancia, pues teme que a la casa de Pumarejo, pueda sucederle otra Encarnación. Como leerán no es cosa de risa, el carnaval, que siendo fiesta de la carne, con los años se hace de las canas, pues todo se eterniza.

A nada de marcharse Pedrinazzi, que tiene nombre de gelatero veneciano, me visita Luis Hornillo, de Puma de toda la vida, trabajador sin trabajo, y con edad de no encontrar, ni salida ni entrada, tal como si la puerta  de otra Encarnación se tratara. Visita relámpago, tanto es así, que solo pudo ver en esos instantes, como, a pesar de la desapacible y calurosa mañana de este Enero, como solo un par  de personas mayores se adentraban en la barreduela de cristal en inútil intento por entrar en el laberinto de la plaza municipal de abastos. Lugar de encuentros.

Sevilla a 18 de Enero de 2013

Francisco Rodríguez Estévez

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