lunes, 14 de enero de 2013


Ustedes saben

 

Ni por un momento se me viene a la cabeza de que ellos se preocupen de las cosas que nos afectan. Otra cosa es la teoría de servicio público, y el deber de atención hacia los ciudadanos.

Llegaré a pensar, de seguir así, que lo de la puerta es algo que ni para mejorar las condiciones se ha llevado a estudio su modificado, al menos cuando se da por cierto que tienen conocimiento directo de la cantidad de personas que caen en el trampantojos que se invento la guasa berlinesa.

Son las responsabilidades (que al ser en este caso bicéfalas, no se acierta a saber donde quedó colocado el cerebro) las que tienen que resolver el misterio de lo de la puerta de la Encarnación. Por que aunque no se lo crean este asunto es un misterio, un verdadero misterio. Todo en lo de la Encarnación es puro misterio.

Imagínese, si no ha caído todavía en la trampa, que busca una puerta en el lugar que a cualquier persona pueda resultarle lógico encontrarla, y resulta que ¡zas! , menudo chasco. ¡No hay puerta! ¿Y que piensan que hace la responsabilidad? Pues no hace nada.

Se diría que ni sienten ni padecen, que no fuera con ellos eso de que no exista una puerta  que tenga algo más de criterio que las aleatorias que para risas diseñó en arquitecto alemán.

Se diría que no es asunto de interés general que se cumplan las normas sobre accesibilidad en los edificios públicos, y mucho menos nada acerca de la sostenibilidad.

Seria imposible explicarle  nada al respecto, a estos que deben de tomar decisiones, sobre la optimización de los recorridos del publico en las grandes superficies, y para que contarles los que sobre la colocación de las puertas, y sus diferentes tipos especialmente, sobre las automáticas cuando de sobra deben de conocer que existe amplio numero de libros al respecto, y cuando menos un importante numero de técnicos en nomina, y si no, siempre puede contar con la opinión de los usuarios, y en todo caso con los damnificados del capricho.

 Imagino que ustedes saben que lo de la Encarnación no deja de ser un capricho, un caro capricho, que en ningún momento se realiza para acabar con la situación provisional de unos placeros que arrinconó el franquismo con la falsa promesa de un mercado moderno.

Ustedes saben que lo del mimo y lo de los pobrecitos placeros que llevan tanto tiempo sufriendo es una frase del doctor que puso todo su empeño en gastar todo el dinero público para que aquello dejara de ser imposible, y todos pudiéramos recordarle.

Por el momento no hago mas que recordar que cada día muchas personas buscan una puerta y que la responsabilidad, como que no, que no quiere ser responsable.

Sevilla a 14 de Enero de 2013

Francisco Rodriguez Estevez

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