La partida
Cuando el doctor, a petición de los damnificados placeros
accedió a atender la propuesta de estos para que todos los puestos, una vez
reducidos en su número, tuvieran, en
desacertado criterio, una uniformidad impropia de los mercados tradicionales,
este, demostrado su generosidad en este asunto politizado en extremo, haciendo
uso de los caudales públicos tuvo a bien atenderlos y ordenó que se
multiplicara por diez la partida al efecto, de tal suerte que siendo la
consignada en el presupuesto de obra de cuatrocientos mil euros, dispusiera de
cuatro millones cuatrocientos mil. Ahí es nada.
Lo que ocurre es que por las calidades que se observan,
después de estos dos años de uso, mas
parece que esta ampliación dineraria no tuvo el uso de su destino, pues de otra
manera no se entiende la cantidad de reparaciones que a diario se tienen que
llevar a efecto, y lo que es peor, desde hace un tiempo, perdida la minima garantía
que al parecer estas instalaciones disponía, todas las averías que se ocasionan
en el equipamiento son ahora por cuenta del los pobrecitos placeros a los que
se les pretendía devolver la dignidad después de tantos años de lacerante
provisionalidad para llevarlos a este laberíntico lugar donde todo es frágil y
defectuoso, donde si llamas a un fontanero te indica las deficiencias de la instalación,
si avisas a un camarista que las piezas son muy difíciles de conseguir, acaso estén
ya descatalogadas, si requieres a un electricista, pues mas de lo mismo, y lo
que es peor, que continuamente los fallos aparecen, cuando tenia dotación para
que todo lo empleado en equipamiento fuera de la máxima calidad, y son los
profesionales llamados al efecto para las continuas reparaciones los que al ver los problemas, dicen lo
contrario.
No hay duda de que esto será algo que se tiene que resolver
aunque no sea a su debido tiempo, como seria lógico, por lo que solo cabe
pensar que no se convierta en un problema, y la demora le haga un nuevo teorema
de Neuman y tengamos que esperar ochenta años, lo que no parece posible que
ninguno de los placeros alcancen a conocer su solución.
Pasará igual, cuando por fin alguna vez se consiga cerrar
las cuentas de este capricho de dejar las huella de su paso, un bibelot en sus
manos, que se pasó de fechas en costosísimas demoras, y quien sabe, si
cuadriplico su coste cuando se convirtió en icono.
La partida con
largueza hubiera dado para cuantas puertas hubiera sido menester, por mas que
tuviera el costo de la que no dispusieron una cantidad similar a la que al Museo del Prado le supuso realizar “la puerta
del futuro”, obra en bronce que enmarca la entrada de la ampliación del
singular edificio. Y quien quita que en lugar del pavimento de granito gris,
poroso y sucio, a toda reglamentación inadecuado, con la cantidad disponible lo
suyo, por moderno, por vanguardista, y si me apuran por atrevido y provocador,
hubiera quedado de durse si hubieran utilizado las “pipas de Weiwei”.
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=m7UcuYiaDJ0e
Es posible que en breve se abra la puerta de Poniente, justo
donde estuvo la que se llamaba Neptuno, pues parece ser que aun quedaba algo de
la partida, algunos euros que andan por ahí sin acomodo y le vienen
perfectamente para lo de la puerta, ya que lo aconsejable en contabilidad es
que estas partidas queden totalmente empleadas pues en caso de sobrante siempre
es una complicación asentarlas sin riesgos.
Sevilla a 27 de Enero de 2013
Francisco Rodríguez Estévez
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