viernes, 15 de mayo de 2015

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Velas

Con el objeto de tener la memoria fresca en este imperdonable asunto, recurro de vez en cuando a releer los escritos,  no todos por supuesto, que durante tantos años se han publicado sobre la Encarnación, y que guardo en dos voluminosas maletas a fin de que no se pierda tanta información. A ellos les uno mis recuerdos e impresiones personales y llego a la conclusión de que cada vez lo entiendo menos lo pasado, y menos todo lo que quedará por pasar.
Aunque lo sucedido, a nada echar la vista atrás, a los años que transcurrieron, ya se le veía venir, no es menos cierto que lo que falte, como que no tiene necesidad de consultarse el vaticinio, ni ponerle velas de la bruja Lola, para predecirlo.
Lo nuevo tiene tan malita cara como todo lo anterior, pero puede acabar, aun siendo el final lo mejor que puede suceder, con seguridad será bastante peor que todo lo actuado.
A los placeros debería preocuparles el futuro que se les plantea, pero como que no les importa nada (con solo ver la actitud que muestran) si eso de los parasoles pasará a ser el penúltimo fiasco, o todavía puede haber nuevas sorpresas, pensando sobre todo, en cómo se las apañaran para aguantar algunos años más, que no serán pocos los que queden, en semejante mercado provisional.
Aparecen con las “setas” las bullas, o mejor dicho parece existir una aceleración por comenzar  aquello, y los síntomas de tapar la cripta tiene el objetivo de edificar a todo gas, ya que el tiempo vuela para el comprometido pacto, y no importará lo que sea, y de la cubierta……. ya hablaremos, si es que esta puede realizarse en una postrera fase, si es que se llega a concretar. Nada es imposible.
El emblemático se puede quedar en el gato que siempre pareció, aunque hace tiempo que no se le ve por ningún lado, pues tiene todas las semejanzas de gato, gato, aunque últimamente parezca liebre, por la velocidad.
Lo cierto es que los plazos no cuadran, los números tampoco y de los dineros ni se sabe, el rescate de la concesión es un punto ciego. El concurso para el adjudicatario, y de la empresa constructora son otros, que había que ver, con sus cargas de legalismos.
Con todo ello, para entender el misterio no basta releer todo lo que se pueda de lo publicado, pero para que todo esto salga ligeramente claro de las sombras, aunque sea tan solo medianamente torcido, se me antoja que las dos velas darán poca luz.
Sevilla a 21 de Septiembre de 2004

Francisco Rodríguez Estévez

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