martes, 12 de mayo de 2015

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Parar el tren

No sé porqué, pero cada día que pasa tengo vuelvo a tener la impresión de que me quedo nuevamente más solo que la una, en este asunto que tanto me duele de la Encarnación, y  que todos conocéis.
Sin contar para nada con los adormecidos comerciantes, que continúan inmersos en ese sueño inducido, solo puedo dirigirme a vosotros, pues es seguro que tenéis las ideas más claras que ellos, y por supuesto que las de nuestros dirigentes, como para imaginar lo que supondrá para esta ciudad soportar ese icono que nos aparece, pues si esta cosa prospera por causa de un silencio que ensordecerá en nuestros adentros, lo inmediato es que se tenga que aceptar, en lo sucesivo, cualquier cosa. Después de lo de las setas, todo será posible.
Muchos estábamos juntos para defender la Encarnación en su conjunto, y su tradicional plaza municipal de abastos, para evitarle a esta el presumible desaguisado como por ejemplo lo ocurrido en San Sebastián, donde tras una provisionalidad de algo más de un año, los comerciantes, en su mayoría dejaron sus comercios, absorbidos por un centro comercial.
Aquí, que llevamos en la provisionalidad más humillante algo más de treinta y tres años, se lleva el mismo camino pero algo más lento, si cabe más mortificante, para unos vendedores expropiados, dormidos por el sueño, (que ahora resulta que es malo para la salud) mecidos en la provisionalidad de la duermevela esperanzados en volver a un mercado como los de Barcelona y Valencia, plazas de abastos que reciben tantos visitantes foráneos, como si de dos museos se trataran.
Acaso gusta al viajero mezclarse con la gente en estos singulares espacios de ambiente cosmopolita.
En esta idea de referencias de éxitos, aun estamos, y la solidaridad, la comprensión no falta, ni los ánimos  de apoyo, y alientos que llegan y que son de agradecer,  pero eso no es suficiente para parar este tren que está cogiendo velocidad de urna, acaso con tanatorio, pues de nada sirve que digan Quijote, valiente o torero a quien escribe el drama críptico del misterio de las setas, antes  Encarnación.
Resultado de imagen de tropezar no es maloTal vez Quijote por la locura de enfrentarse al arremangado Pentapolin, al que reconoció porque llevaba alzado su siniestro brazo, cuando a lo más doloroso son las punzantes pezuñas de los borregos clavándose en unos sentimientos, tal como si varios rebaños pasaran por encima.
¿Valiente? el valor es un estado de ánimo que escasea en quien lleva tanto tiempo en esta esclavitud, que no es la Orden de la Encarnación, sita en los Terceros, sino esta entrega poniendo “puyas”, que en tal caso sería no diestro sino picador haciendo sangre en unos lomos inalcanzables, pero estas no son hirientes, sino cartas al viento expresando buenos deseos, pues así son las puyas, según las enseñanzas del Venerable 5ª  Keusang Rimpoché Kalsang Tukkú, Lama que impartió su sabiduría en el parque del Alamillo.
Lo de torero es difícil de llevar, pues no se trata de engaños, ni de suertes, aunque haga falta, más bien se trata de, al no caer en el sueño, estar un poco más espabilado e ir por delante, que es como aguantar el arreon, tal como un “forcado”, asustado y decidido a ir al morlaco de frente, pero que se quedó sin placadores viendo como las gastan los de  “phalas”, y se sigue enfrentado pensando conseguir una buena pegada.
He leído que con la mente se puede parar un tren en marcha, se trata de una técnica oriental llamada “Xianglongshihazhang”, tal como suena, y se practica con la meditación, así pues todo será cuestión de prepararse.
Mientras, por si falla este nuevo intento, en el que tengo a Santa Rita, a San Judas Tadeo y a San Expedito en el ajo, procuren poner algunas chinitas en las vías, a ver si tenemos suerte y descarrila.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla a 7 de Junio de 2006


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