Ahora resulta que tenemos la gripe aviar, una vez descartada
la zarigüeya, como causante, sin que se descarte que la influenze, trasmute al
personal.
Ni me imagino como estornudaran los columbidos, pero como el
paracetamol no es medida preventiva para colocar entre arrullos la dosis
recomendada, al menos hasta que no aparezca esa tos perruna, esa que solo
alivia una palomita en el amanecer, pues
resulta que la responsabilidad considera no tomar medida alguna, por lo cual, tanto
la cotorra argentina, como la tórtola turca, afincada desde hace años, seguirá
irrumpiendo con sus llamadas de despertar al amor y al vecindario, incluso en
las dulces mañanas de dormir de los domingos
y festivos.
Las romanas y las porcelanas, además de palomas, al igual
que la torcaz y la ladrona, son más que
un peligro para los edificios defecados, al menos, hasta que aparezca una
mortandad preocupante, sobre todo si se advierte que esta la causa la cepa
alterada que tiene que llegar en los vuelos intercontinentales con las
migraciones del lejano Oriente, y mientras tanto, si la cosa marcha sobre
ruedas, a que preocuparse, no hay dolor.
Cierto es que colillanos y marcheneros enjaulados tienen un
tratamiento distinto, los buchones y colipavos carecen de ese salvoconducto
visual y responsable que limita sus movimientos de toda la vida, pero que no
afectan a la fastidiosa tórtola turca que se adueña de los tejados, y baculos
de luz, desde donde lanza sus madejas de pegajoso excremento.
Tal vez sea la mejor
solución, esto de no hacer nada con el pájaro libre, pues cabe preguntarse
cuanto tiempo se necesitaría para capturar tanto que anda suelto, y con cuales
medios se cuenta para vacunar y enjaular tantos individuos de las distintas
variedades de la amplia familia aviar, hasta que pase el peligro, cuando no,
sacrificarlos en una de esas cámaras previstas para gasear pollos al menor
estornudo, o al menos, encerrarlos en esos camiones precintados para que obre
en día festivo, en los muelles portuarios, antes de su incineración. Sabía
propuesta.
Desde la responsabilidad se dice que no existe peligro en
este tipo, como el cajonazo del Yuyu. Queda claro, pues la aviar no es una
amenaza para la de maíz, ni para la que se equivoca buscando el mar, y como no
es cuestión de estropear la fiesta por un resfriado del espurgabueyes, del
sison y del flamenco que estornude en la marisma, aunque contagie al pollo, a
la ave fría, al pato, al cisne, a la focha, al perro, al gato, pero a la
paloma, dice la responsabilidad, que lo mejor es ni tocarla.
Cuando se escuchan estas cosas hay que creer que quien se
equivocó, en esta ocasión, no fue la paloma.
Francisco Rodríguez Estévez
-Sevilla, 2 de Marzo de 2006
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