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Está claro que no me gustan estas setas, que abomino de
ellas, pero a quien le importa si desconoce los motivos de la desaprobación,
pues queda claro que no solo es cuestión de parecer, o de paladar, cosa que a
otros puede que “eso” les podría agradar sobremanera, incluso en su agradecido
estomago.
El rechazo viene además
de porque resulta desproporcionado y contaminador el invento, también llamada ocurrencia,
por el dispendio del gasto público en
algo tan inútil, tan inaprovechable, y que tengamos que tragar setas como
prototipo de un erróneo vanguardismo,
(según las tendencias arquitectónicas basadas en la sostenibilidad), y por otro
lado su erróneo emplazamiento, pues de llevarse a cabo, como están haciendo
inevitablemente, no parece el más indicado para la “siembra” de tal cosa, este de
la Encarnacion que tan desacertadamente se ha elegido, pudiera ser que hubiera
tenido mejor enraizamiento junto al “gnomon” de poniente al de sol de nuevo
cuño, lease “caja” para que con su sombra aliviara los atascos premonitorios de
tapón por encajonamiento consentido.
Es evidente que el desagrado no solo lo causa su ubicación,
en el corazón de nuestra ciudad, buena parte se la lleva su elevado costo,
pagado en metálico y especies, es decir con dinero e inmueble de todos, a fin
de realizar a toda costa esa enorme sombra, icono a la opacidad, que ya ha
supuesto una enorme pérdida ecológica, (tala de árboles), y patrimonial (al
llevarse a cabo la mas invasiva de las cimentaciones).
Pero lo que colma el vaso, es sin duda, el tratamiento que
después de treinta y cuatro años de espera, se le dará al mal llamado mercado
central de nuestra ciudad, a la plaza de abastos, a todas luces ridícula,
mezquina e insuficiente, a la que solo
la burla por boca del doctor podría considerarle emblemático mercado, pues el
reducido número de vendedores en este tipo de establecimiento tradicional,
verdaderos iconos en la referente Barcelona, en la pujante Valencia, este
llamado dedalitos, ahora en gestión privada por el concesionario, constructor y
adjudicatario, más pronto que tarde le espera el anuncio de mercado fracasado.
Pero a quien le importa.
Por todo, y aunque para nada me importara ni la Hispalis, ni
el Patrimonio, ni la Cultura, ni el paisajismo, ni los aparcamientos, ni el
metro centro, ni el diseño de las setas, ni la arboleda perdida, ni los cielos
que perdemos, ni como la imposible estación del metropol, ni que la sombra nos
hiele los inviernos climáticos, ni que la plaza elevada sea una historia para
no dormir(los vecinos), ni que la energía solar se encuentre donde habita el
olvido, ni que lo del restaurante llegue a resulta una chirigota, pero sin duda
lo de la plaza de abastos , quedaran conmigo , que será un cajonazo, en esta
ciudad de espejismos, en esta fortaleza virtual, que cuando el carrusel de
coros de las edificaciones se termine, tendrá tema de sobra en algún
historiador a quien le importe, y su fallo será un pelotazo, aunque solo sirva para
desenmascarar quien se esconde bajo el micologico tipo.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla a 17 de Febrero de 2007
(Carnaval en la P. San Francisco)
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