miércoles, 27 de agosto de 2014


Todo tiene su fin

 

Con recuerdos de Alameda, ¡Ay, Encarnación!, todo tiene su fin. Cuando algo empieza después de tanto tiempo y que al final se haga corriendo tiene sus riesgos, por lo que lo lógico es que se acabe, cuando menos como sea, si mal, como lo de la Encarnación, que se inicia ¡ay, Alameda! con la  incertidumbre de un imprevisible final, ¡ ay, Encarnación!, fuera de todo plazo, por mas que resultara su inicio inevitable.

 Con semejante ocurrencia, germánica idea, de premio y fallo,  lo evidente ya resultaba claro, pues a partir de la Encarnación, puerta, puerto, plaza, mercado, estación y aeropuerto, se hace impepinable que  aquí se podría comenzar cualquier cosa.

El dilema está en el incierto final del pepino, pues lo mismo puede acabar en el gazpacho, repitiéndose con lo eructos, que finamente laminado como mascara facial de alguna cara al Sol del poniente.

Vistas y sabidas que las propiedades, pueden ser aplicadas tanto como alimento, como en cosmética, según el dueño y el inquilino. Dualidad a la carta que encaja pepino, y  con destino, Málaga, o Sevilla. Un caro pepino al que se destina 311 millones para el encaje de bolillos financiero. “Pellizquin”

Sin embargo mi diccionario dice que pepino es cosa sin valor. Verbigracia: “Me importa un pepino”.
Pero no quiere decir que sea pobre, pues pertenece a la familia de los “Cucumis”, que hay que ser melón a pesar de que no tiene consaguinidad con el cuco, que es pájaro y seguro que sabéis lo que hace con los huevos, mas pudiendo llegar a ser el gran gnomon, ni marcara como el reloj con las sombras de la pared, pues del mismo modo como tampoco tiene nada que ver setas con pepino, aunque suenan lo mismo cuando llegan las horas. A la nona la bolsa sona.

Pero lo peor de la “pepónide” está en que se repite demasiado. Venenosos, no son, pero pueden llegar a producir diarreas algunas variedades.

El “Gran pepo”, por indigerible, tiene que servirse “cocido”, bien cocido. El cocido de pepo, dice que quitara mucha hambre. Y mas empleo, y mas oficinas, y mas locales, incluso mas aparcamientos y cuando menos un puente. Pan para hoy, sin que preocupe el de mañana, que cuando mañana salga el sol, las setas mostraran las sombras. ¡Cuanta verdura!

El pepo, es pepino, la sandia, pepon. Cuanto se aprende con el diccionario. Dice que penuria es la falta de cosas que son precisas.

Ahora se trata de aplicar sus enseñanzas para encontrar la explicación, si con la penuria que existe al escasear tantas cosas que son precisas, (se diría que mas precisas que setas y pepino), estas no disponen financiación para solucionarlas, el pepino como los de mar, puede dormir en los bancos de arenas de los bajíos dinerarios. Pero como todo tiene su fin, a lo peor, la respuesta sin convicción sea, que para setas, no hay dinero.

Sevilla a 3 de Marzo de 2009

Francisco Rodríguez Estévez

 

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