Las perseidas
Se me ha pasado esta noche pasada, aquello de asomarme a los
cielos y contemplar un año mas el espectáculo, pero aparte de que no me
encontraba en el campo donde la negritud del inmenso firmamento se hace
indispensable para alcanzar esta visión de lluvia de estrellas, el caso es que,
aparte de que se me olvidara, en la ciudad se hace imposible.
Las perseidas tiene motivo suficiente coma para salir
corriendo cada año, por mas que después de la ducha me quedara dormido, y por
este verano espero poder a la noche subir para ver desde la azotea el coletazo
final.
El silencio de la mañana hacia presagiar que no se tendrían
ventas. Ya bien temprano un hombre de aspecto desliñado merodeaba el interior
del laberinto, nada mas que como todo Lunes hace la indigencia ávida de un aseo
que le oculte la sórdida imagen de sus miserias. Evacuación y colada.
Se detiene, y atónito me quedo cuando me llama por mi
nombre. ¿Paco? Se identifica, le
reconozco. Resultó se un joven al que durante dos años, 1992-1993, de eso hacia
como 19 años fue cliente al que despachaba casi a diario y que había vuelto
para saludarme, en su visita a nuestra ciudad
y se encontró sin mercado, con las setas, y buscándome en el laberinto.
Ahora le recordaba mejor, claro que era bastante mas
delgado, y joven. El dice que salvo que me encuentra más gordito (como 35 kilos
mas) me ha visto que poco he cambiado, eso me hace pensar que debo de
obsequiarle con unas tapitas de jamón degustación.
Ahora se decida a la cosa de editoriales y escritores y al parecer le va muy bien,
según dice, antes creo recordar que hacia cosas de teatro y cine. Se marcha
mañana, y lleva un poco de jamón para el camino, que cabe esperar que la
próxima ocasión si tarda tanto lo mimo ni estoy.
De segunda, mi amigo Miguel, otro Miguel, artista increíble
que como ojos de Guadiana, aparece y desaparece sin dejar de ser un grandísimo
artista, que además es una de las personas que mas valoran cuanto he dejado
escrito sobre esta encarnación de encarnaciones, siempre me anima a continuar.
En esta ocasión para presentarme a un amigo escritor,
ganador de premios, del que solo recuerdo que me dijo que se llama Pablo,
espero que mi débil memoria no me lo deje en el olvido. Pero, si he olvidado
las Perseidas, me hace dar cuenta si se hace necesario acordarse de lo que no
se recuerda. Acaso por eso lo de la Encarnación está escrito.
Sevilla a 11 de Agosto de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
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