jueves, 22 de agosto de 2013


La octava (Ultimo día)

 

Evidentemente no se trata de las setas que solo son seis, no como los seises que son por lo menos el doble.
 Concluye hoy  la Octava, en la que se baila en honor de la patrona de esta ciudad de patronazgos, Hiniesta, Santas Justa y Rufina, San Fernando, cuando el tiempo nos ha dado, con el pegajoso nublado,  un respiro en plena semana del ferragosto, que por lo general cada año nos trae la calima sahariana, y por ello,  en la desértica calle del laberíntico mercado me asoma la enorme ventana de cristal a la desolada panorámica del exterior por donde no transita ni un alma. Calma chicha.

No parece que sea muy atractivo pasear por el candente camino de hierro que tiene por recorrido el mirador socializado. Nadie por aquí, nadie por allá. El lucernario sigue esperando cobrarse su primera victima, y no hay manera que esta pueda evitarse. Las fuentes bultos mientras esperan las gotas de agua para estrenar el surrealista surtidor, deja que ocasionalmente algún niño se suba, y alguno que otro ya se pego el batacazo.

La escalera acotada, publica, a todas luces se mantiene acotada  y la barreduela de cristal  (esperando a Ceres) sigue engañando a cuantas personas  buscan la puerta  inexistente para entrar en el laberinto.

Uno tiene la esperanza, acaso por aquello de que no pueda entender que las cosas se hagan tan mal intencionadamente, y menos por que no puedo creer que no se le aplique ninguna solución, cuando es evidente que todas tienen más de una. ¡Pase, pasen y vean!

De cómo traer publico a este desolado lugar, ¡vamos piensen! Digan algo. Siéntense en la escalera de poniente la publica, la acotada, y cavilen, verán que al menos le aparecerá una idea y puede que hasta sea viable.

Viendo lo que fuera plaza de los urinarios públicos, ahora entre toneles, veladores, fuente bulto, bancos de piedras, algún coche municipal estacionado, las barandas invadiendo la calle, y algún que otro camión de reparto aparcado, y el que trasiega la cerveza, el quiosco cerrado, transformador de algo en todo el medio, los parterres de remate para las barandas donde se amarran las bicicletas, y el peligroso lucernario,  era evidente que lo que estorbaban eran los dos árboles que quedaban en pié.

En la desfigurada placita de la Encarnación la fuente se ahoga de contaminación y ni la propia Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, hace nada para que se cumpla, acaso a la espera de que prescriba con el tiempo. Tiempo de octava. Indulgencia plenaria.

Es posible, o cuando meno existe la posibilidad de que cuando acabe el verano vengan a interesarse por el asunto los concejales que faltan, y lo mismo sentados en las escalera acotada, que no es la de la indignación si no la otra, y allí juntitos al calorcito del granito les viene al consistorio en pleno la inspiración, y a esto de la Encarnación se le van haciendo cositas.
Ni que decir tiene que una vez que se instale la puerta, si no como van a poder entrar, en razones.

Sevilla a 22 de Agosto de 2013

Francisco Rodríguez Estévez

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