martes, 20 de agosto de 2013


El hueco, hueco

 

El doloroso vacío que me ha dejado, me tiene que ni ganitas tengo de relatar nada que a lo de la Encarnación se refiera, pues llenarle de momento puede hacerme perder mas que el sueño.
 Ahora el hueco que dejó el poderoso incisivo al que en su débil marfil  le incrustaron distintas pastas y resinas para que siguiera teniendo la consistencia ebúrnea y la funcionalidad propia de molar a falta de otras piezas, pues evidentemente su hueco, aun sensible y sin cicatrizar, me tiene alejado de esta motivación que a lo de la Encarnación  le dedico. Sangrante vacío en una absurda barreduela de cristal, fanal del laberinto, luciferis fanum, quod vocant lucem dubiam (Templo de la Luz, que llaman luz dudosa). Me temo que sean por las olvidadas fotovoltaicas.

Todo hace pensar que esta omisión intencionada, donde era de prever que sobre la epatante cubierta se generaría tanta luz como para que con la tontería, en la tontería la sostenibilidad fuera un argumento suficiente para cumplir con la Ley, pero acaso por esta distracción en los planes de realización y consumido el desfasado presupuesto, puede resultar que, con la nueva reforma de la Ley, lo mismo es una suerte no tener células fotovoltaicas, pues todo hace indicar que el consumo de energía gratis, cual es la que proporciona el Sol, que no es de nadie (como dijo la ministra de Cultura del dinero publico) pues para que las empresas sigan repartiendo dividendos, el gobierno se ha propuesto penalizar a aquellos que tengan un hueco, semejante como el  que dejo  el canino, donde se encontraba el medidor del consumo que se factura estimativamente.

Procuro que no me afecte, pero si no es doloroso, no estaría bien eso de pegarle un bocado a la puerta, pero al menos es lo suficientemente penoso comprobar como a diario entran en ese hueco demasiadas personas, la mayoría, una vez descubierto el chasco que la trampa  le lleva a una puerta inexistente, desisten de su intención de entrar en este laberinto, que puede ser una tontería germánica, que tal vez lo sea, pero por el tiempo que se lleva sin darle la correcta solución, parece como si fuera el propio consistorio quienes fueran los primeros en reírle la maldita gracia, al   punto de que quisieran que la tontería les resultara propia.

Es algo tan fácil que cuesta pensar en ineptitudes, pues estando el hueco, algo debe de pasar pero que no pasa. Como diría un palmero antes de la huida, “hay que enseñar el colmillo” pero por lo pronto no seré quien lo muestre, de momento estoy esperando a que cicatrice la herida, para que me puedan colocar en el hueco existente, un implante que remplace su perdida.
 Sin duda, lo mismo en este ínterin, quien puede dudar de que la responsabilidad  se desinhiba, y aunque sea por una vez aplique el sentido común, en este caso, en el hueco. Hueco para una puerta.

Sevilla a 20 de Agosto de 2013

Francisco Rodríguez Estevez

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