jueves, 8 de agosto de 2013


 
Declaraciones, si
 

Siempre esperando impacientemente esas buenas noticias, que no llegaban nunca, para salir de la rutina en la que se permanece inmerso y poder encontrar al fin la solución que le deparara el destino. Declaraciones.Como al coronel, la Encarnación, no tiene quien le escriba.
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Declaraciones, sí. Hablar por hablar. El verbo fácil y de patas cortas aparece de vez en cuando para contar historias del misterio. Declaraciones a los medios, siempre declaraciones, no les queda otra para permanecer en la pomada, de untar y untar.
Como a pesar de todo se mantiene la idea de lo de las setas, y que al parecer a nadie hace ascos al invento, se tendrá que soportar la decisión política de la premiada ocurrencia, a la que se le supone que tiene el respaldo de los que técnicamente saben de eso, y el sostén económico lo suficientemente sólido como para que pueda acabarse sin contratiempos. Lo que se dice un capricho.

Preocupa en demasia el silencio de los placeros, ¡pero, que podrian decir los pobrecitos!  
Apenas se lee, en las declaraciones, que en la cota del yacimiento de la Hispalis, lo aparecido será puesto en valor, y las piezas arqueológicas encontradas se custodiaran en un museo construido a tal fin, sin determinar su ubicación, dentro del solar.
Que el espacio en principio destinado a plaza de abastos se ha reducido para dar cabida a una zona de bares y tiendas. Pobrecitos los placeros. Ninguna referencia a la futura estación del Metro, y se soslaya, tal vez sin intención, el incierto futuro de las paradas de autobuses existentes. Que decir como se sube a una altura superior de seis metros, a la que llaman suaves rampas, para acceder a la azotea- botellodromo, que no deja de ser el paradigma de los inventos urbanos. Escalera de caracol.

Las desmochadas setas, que no se sabe si serán espárragos, tornados, o amanitas phalicas, junto con el hotel de los milagros, en la desafectación en alquiler, pago en espacies, no dejan de ser anécdotas en esta historia interminable de declaraciones, de mil comienzos inmediatos e inauguraciones, pero que no se escribe pues, como carta al usía, aunque se espere. A la Encarnacion de verdad no tiene quien la escriba. Ni fotovoltaicas. 
Francisco Rodríguez Estévez

-Sevilla 23-1-05

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