domingo, 7 de marzo de 2010

¿Merecer?, o no merecer

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Castigo ejemplar


El destino es siempre caprichoso. Ante el, de nada valen las previsiones que se tomen. Tanto tiempo preparando el icono de modernidad, soñando con ese “mercado emblemático” que, para mayor gloria personal, en su mandato, un jurado internacional le eligió para el caso, nada menos, que una epatante cubierta para lo de la Encarnacion,`¡ay, Alameda!, tal vez, para que tan descomunal elemento le recuerde, convertido en “icono rosa”, el pacto, y no solo el pacto.
Recuerden que fue ese blindaje de la Alameda ¡Ay, Encarnación! la cosa que le permitió hacer todas las vanguardias habidas y por haber, si no también, para que no se olvide el paso de quien, de tanto amar a la ciudad, nos deja escrito, cuando se acercan los idus, que se marcha convencido de que esta ciudad se lo merecía todo. Acaso un castigo ejemplar. Todo apunta al Levante, pero debe ser cosa de los idus y los venidus, de los vaivenes y balanceos, de los que van y los que vienen, de los que se quieren quedar, y de los se tienen que ir .
El silencio deja evidencia de que hasta es posible que, en su convencimiento, esté en lo cierto, y sea este el mayor merito de la muy leal, muy noble, hoicera, invicta, mariana y callada para merecer, no digo todo, como el autor de la epistola napolitana a los hispalensis, pues lo de las setas mas que premio es castigo, y como quedamos, cuando era candidato, en tratar “con mimo a los pobrecitos placeros”, “que tantos años llevaban sufriendo”, y “que tanto le debe la ciudad”.
Preocupa saber que teniendo segura la disponibilidad del dinero para pagar las maderas y el pegamento, y una vez que lleguen los listones a los almacenes de acopio, la colocación de estos, formando el revestimiento de las setas, pura filigrana artesanal, se llevará mucho mas tiempo del que se dispone, lo cual hace pensar que si aquello no tuvo primera piedra, difícil será que tenga “azulejo” para destaparle la cortinilla.
Pero en la encrucijada de los plazos y los costos de la Encarnación, misterio donde los haya, aparece la trilogía final, pues si disparate es gastar en terminar eso, que ahora, muchos dicen que no se debió de haber empezado nunca, no lo es meno dejarlo como está, y si es posible de empeorar, pues piensen en mutilaciones, y el remate de los tomates, rematarle con velas, a ser posible de rayas y lunares para que asemeje la “gran caseta”, pañoleta a Regina.
Nada extrañaría, visto que esta ciudad se lo merece todo, que nos castigaran, por que es lo que nos merecemos, un castigo, y nos dejaran sin ese capricho de modernidad, que no nos merecemos, y que mereceríamos merecer, astrólogos y astronautas, astronaves y astrología, argonautas e internautas, podólogos, fito patólogos filántropos e inspectores, para que con el beneplácito de los colegiados silencios y las calladas instituciones pusieran el grito en los cielos, la Gorgona por las paredes, y los coches encima de los “bultos-fuentes”, y de una vez por todas se lleva a cabo la demolición controlada del regalito caprichoso, a todas luces, mas que inmerecido.
Sevilla a 7 de Marzo de 2010
Francisco Rodriguez Estevez

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