miércoles, 31 de marzo de 2010

Corte de espada

La madera

Se le intuía, pero no es seguro que la tuviera. La pedía, eso sí. ¡Mas madera!. Medio en serio, medio en broma, poniendo la velocidad al tren en otra vía, se decía así mismo ¡mas madera!, ¡mas madera! ¡Quién me presta una escalera! Una.
¡Mas madera! La cuña del mismo tronco no es buena, para los ajustes resecos.
Acaso fuera por su madera de caldaso, retorcida de nudo a punto de prender con el calor del recalentamiento global, pero que se salva de la quema con la capa ignifuga de madera verde, que le hacia sudar del susto metido en el cuerpo, como envolvente sudario. Lo que no se suda, poco dura . Dos.
Así y todo con toda la madera, patibulo por pagar, oros. Por pegar, bastos. Por colocar, copas, y para cortar, antes de que se pueda romper la baraja, ¿espada.? Urna ,dos y tres, la cajita de cipres. Tres necesidades para salir por piés.
Pero en la Encarnación,como “gior” un poco de pasta basta. Para la "limpia", solo basta un sorteo, cara, o cruz, para que la felicidad vuelva a los rostros de los que, como a los troncos, se reconocen por la madera, y estos, tienen en los aros, por los que pasan, marcado el tiempo.
Una cosa es tener madera de campeón en el corte de troncos, ¿tala? ¿arbolicidio?, y otra que la madera venga a parar, para continuar, a lo de la Encarnación que tanto quema, y antes que arda rojo en el hogar V.P.O., mañana, quiero anotar en mi libreta que los brotes verdes no se abrirán esta primavera, ni el mercado, pese a los sorteos, tampoco. Ni inminente ni soñando, y si continua la cosa así de mal, como ya desde Nueva York se le vaticina un empeoramiento, cabe temer que de suceder seria como según dice el pronostico, una rebelión violenta. Como en los viejos tiempos. ¡Altadis, no se cierra!
No hay cuidado, en la Encarnación, que se sepa, no hay gritos, ni consignas, pero tambien se intuye que nadie dirá nada, por mas que el dirigido sorteo marca un nuevo atentado, y no solo contra el paisaje urbano, ni contra el sentido común, que es la marca del destino, los atentados con la Encarnación.
Once de septiembre, once de marzo, siete de julio, y veintinueve de marzo, son como muescas, que marcan los atentados que esta Encarnación de Sevilla ha venido padeciendo, como así lo hiciera, Nueva York, Madrid, Londres, y Moscu.
Sin la valerosa Guerra, sin el geórgico Carrillo, y sin el ignifugo Celis. Qué suerte le deparará el futuro, después del sorteo, a esta Encarnación de madera, a la que la cosa por caliente se le está poniendo que arde. ¡Más madera!

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