Tres días, tres, han pasado y diría que se pasaron lentos cuando la vida se nos pasa tAn deprisa. Tan cerca, tan lejos como un tornillo de Arquimedes que me lleva hasta ella y no me deja alcanzarla, es lo que tiene el sin fin, tal es así, GIRA Y GIRA, y que no se detenga.
Así parece que también es el amor que me ha llegado en una vuelta de las que da la vida y nos la cambia sin querer queriendo, como decía el chavo del ocho, hace más de cuarenta años.
Hoy, con eso de las revisiones de esta edad dorada en la que ahora somos de riesgo y corta pensión de autónomo jubilado, que tantos años estuvimos arriesgando, pues tenía una cita médica y por lo visto solo tenía edad, por lo cual no necesitaba ninguna medicación, y no era el momento de comentarle que aparte de que mis análisis estén mejor que el anterior posiblemente se debía a los pasos que cada dia me lleva y me trae como el mar a la espumita en su orilla.
Cierto que estoy más ligerito, y la reducción de peso lleva una dieta frugal como el mal de amores que permanece por más tiempo con total seguridad debido a que no se alcanza, cosa de la edad, y que te hace querer queriendo querer, por lo que esta mañana entre errores y aciertos se nos dieron las doce, y cada minuto en aquella terraza, bajo la coloreada sombrilla el zumo de piña y la cerveza se me hacia alcanzar el cielo.
Estar acompañado de sus nietos le da un complemento añadido e integrador en esta relación que quiero sin fin, no debe ser fácil para ellos entender que me encuentre allí, cuando soy un perfecto desconocido. Suele pasar, de pequeño solo le tenía cariño DE familia sin sangre a mi tío Luis, luego Rafael, Manuel y el último “el chispa” junto con Maricarmen, Rosa y ni tan siquiera me acuerdo de “manue” quien fui compadre, nunca pude ni pensar que fueran familiares, es mas evitaba besarles, ahora imagino el esfuerzo que hacen .
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