lunes, 16 de junio de 2025

Te pierdo y te encuentro

 

Te perdí, asi pasen trece lustros, te he encontrado. 

Viene el titulo del éxito del dinámico dúo, tanto monta Ramón como Manolo, que ya por aquella fecha mi corazón de amigurumi, no sabía juagar al amor de sus románticas canciones y todo era futbolines y rock de pik-up en azoteas.

Hoy la memoria que perdí, en regresión ella me hace recordar todo lo que el olvido hizo para que no tuviera memoria  de que un día la acompañe a su trabajo, y otro le pedí que me quisiera, ahora trato de encontrar respuesta al orgullo juvenil, ¡que tonteria!  de no tomar el segundo plato de lo que no era mi alimento, pero que hoy querría fuera mi cena de Navidad .

Jugaba mi partida de billar con cierta ventaja y el móvil suena,leo," estoy en lo de las quinielas", la pequeña ventaja de una tacada mi rival me hace perder la partida, pero no me importa.

 Por esta vez me sentí perdido cuando tome una dirección equivocada por la rutina  una distraccion que me haría llegar tarde, un gran rodeo y no estaba. La historia sigue de paseos hacia un lado y hacia otro hasta que después de recorrer la misma calle de arriba abajo la explicación son las llaves que no las encontraba, por suerte no las había perdido.


En ese ir y venir, la perfumería abierta me hace preguntar por una fragancia que mantenga mi olor corporal de siempre que ha cambiado, acaso por una producción hormonal más propia de un sargento de caballería (que ya sabéis lo del epitelio de caballo y montura), la vendedora me ofrece uno especial nada menos que fragancia chocolate. Lo del chocolate no había duda que le chifla, pero lo del desodorante que atrae a todas las mujeres, según la propaganda,ahí las tengo serias.

A escasos metros, abrí el spray pulverice del aroma toda mi ropa como estrategia de atracción a esta feromona masculina de seis euros con cincuenta, no encontré reacción ninguna, salvo la risa contenida de la payasada, en la caja se ve un hobre semidesnudo rodeado de mujeres. Ni se acerca. 

 Vamos a la quiniela, pero a otro sitio quiere cambiar la suerte. Y luego a una oficina, donde tiene que hacer una gestión, cuido de Julieta. Hoy no debo de dejar de encontrar el momento de hablar algo, y nada mejor que con zumo de piña.  Es el guion de la misma película,cuando en este tiempo tan valioso que perder  es demasiado y el tesoro de Fort Knox, ni en mil vidas.

En el establecimiento comercial no puede entrar Julieta, quedará fuera esperando no pienso tardar, le pido unos minutos voy a adquirir unos filetes de ternera en la carnicería, donde el dependiente me saluda, y sabiendo que no puede cortar como lo prefiero me invita a que la realice después de casi dos años, la carne es excelente. 

Salgo y no la encuentro, doy dos vueltas rápidas por laberinto que conozco al dedillo, y en tres minutos ha desaparecido, la he perdido, la llamo y no contesta, recibo un mensaje que dice que  me ha buscado y no me ha encontrado y se marcha a su casa, vuelo, el teléfono marca el tiempo de llamadas y mensajes, cuatro minutos y estoy en la verja del convento, pulso el timbre y campanita, que se que no contestará.

 Todo ha sido una confusión, una comedia de enredo. Hace calor y mantiene todo el camino de vuelta con conversación pues ya no estamos para sustos y le agradezco que así permaneciera en línea, hablando de carne todo el tiempo, pero para ella la propuesta de transgresión no le parece correcta pero seguro que hubiéramos disfrutado del un gran bocadillo. Lo sé. No se lo ha perdido tendremos más oportunidades de degustar solomillo de ternera. Y ella lo sabe.

Sevilla a 16 de Junio de 2025

Francisco Rodriguez    ,   

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