El rito
Parece que es cosa cierta que en el mundo del toro en el que la gloria y los hules están de la mano, que tal como en el amor aparecen ciertas manías como sortilegios para que todo salga como se quiere, sin pensar que todo es cosa de dos, y la suerte juega sus caprichos.
Solo era ir a tomar algo en una terraza en compañía familiar, cabía el acontecimiento celebrarlo, después de lo del dia cangrejo, y no era cuestión de perder la oportunidad de aparecer en los carteles. No era cosa de traje hace calor. La verdad es que si fuera el debut en plaza grande no sabía que vestir, este morado me fue muy mal, la camisa rosa es poco seria para el debut, no sé que elegir entre el verde esperanza y el azul oscuro casi negro. Consulto y dice camisa. La negra.
El baño tal que fuera un ritual para el éxito tuvo la fragancia del perfume del romero, como noche de miel que inundara el tálamo soñado, ¡qué tontería! y el interior evidentemente cubierto de ropa blanca, tal como se va a los médicos por si un fonendoscopio se propone serpentear los latidos de un palpitante musculo imparable colmatado de oxitócinas que le bombardea los sustos desde el cerebro. Es solo una cerveza en la terraza, acaso seremos cuatro o cinco personas. Se diría que la máquina del tiempo me retrocedió a tiempos de pik-up.
El brillo del calzado cepillado, y aun falta media hora para que con la puntualidad del reloj de una prueba olimpica nos marcara la salida de los mil quinientos obstaculos hasta el arco, prueba exigente de resistencia y velocidad, que es parte esencial de los entrenamientos para estar delante de los peligros de la fiesta, pues los descuidos y las confianzas se pagan con sangre, y en ocasiones con el fracaso. La impaciencia siempre me puede, la verdad es que nunca supe esperar, siempre llegué con antelación a los sitios, necesito ver los vacios antes.
Y llego la sorpresa, las mesa estaba cubierta de mantel blanco y rodeada con su propia sangre, me palpe y sentí que lo que parecía herida abierta, era un susto al pisar el albero, fue un apretoncito al corazón que según el cardiólogo y la canción de Miky lo tengo triste y necesito amar.
Quise dejarme ver y ser visto, quise hablar y fui escuchado, quise ser discreto y participativo en una amable tarde noche donde ni por un segundo me sentí extraño, y eso te pone de verdad el vello de los brazos como escarpias, son ellas .
Sevilla a 7 de Junio de 2025
Francisco Rodriguez
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