martes, 1 de octubre de 2013

Pronostico

 Desde luego no tenía intención de profetizar, pero el caso es que llegado el día, por si acaso, cumplí con la predicción. Algo que como broma del momento me atreví a vaticinar hace cuarenta años.
Un pequeño escrito acerca de la intención de “brindar, así pasen cuarenta años, y alcanzo a verlo”. Era una candonga sin mayor intención, aun con el acierto, de cuando los comerciantes de la Encarnación abandonaron el viejo edificio, pues nunca pude imaginar que se pudieran cumplir los cuarenta años de esta circunstancia, y más que nada por la certeza de que no serian tres los años de provisionalidad.

Siempre confié en la vuelta pero no se me ocurrió pensar que seríamos tan pocos los que pudimos volver a este travestismo, después de pasar más de treinta y siete bajo las chapas de una provisionalidad eterna.

Este presagio me hizo reiterar el presentimiento, y de nuevo lo volví a utilizar, hace ahora nueve años,  con la misma propuesta del brindis, brindar con Jerez. Un texto que recoge una buena intención que hoy no me quedó más remedio que cumplir. “Si alguna vez lo hacen y alcanzo a verlo, así pasen cuarenta años, levantaré mi copa y brindaré con Jerez”.

El texto en un homenaje a la Hispalis romana que quedo bajo la plaza de abastos recordaba que su “aparición” evitó que los placeros fenecieran en el hipogeo que le tenía preparado uno de esos irresponsables de turno, que nos toca, para sufrir sus ocurrencias.
 Aun las setas estaban en la espora, y sin posibilidades de micelios, aunque se barruntaba lo del mimo a los "pobrecitos placeros". Lo de la sinergia del sector, lo de la locomotora, acaso fueran veladas manifestaciones  para hacer aparecer el emblemático......icono.
No fue mejor para todos el regreso al laberinto, inhóspito lugar donde solo llegaron poco más de un tercio de los que formaron el reservorio de lo que fuera el mercado de la Encarnación, instalación provisional 1973.

 Ni que decir tiene que el recuerdo de aquel día, pasado cuarenta años, hizo que  brotara el salitre, contenido bajo los parpados, y me afloró la congoja del acierto desventurado, pues más me hubiera servido una primitiva, y si en aquella ocasión el brindis era un homenaje al dios Príapo, pues, aunque siendo un dios menor el tamaño era realmente su poder lo valorado como protector de los rebaños, del vino, de las huertas y de la pesca, motivos mas que suficientes para los placeros que lo adoraban. Brindis por Serapis, dios cuyo poder por curar las heridas del alma, hacia realidad los sueños. Una divinidad para la Encarnación dormida, y maltratada. Mutilada, diezmada, desventurada.
El tercer brindis para elevar las copas, de Jerez, en honor de Baco acaso por el recuerdo de “las bacantes” de cuantos abandonaros, dejándonos a su pesar, la macellum.

Hoy pude brindar, tal como me había prometido hace cuarenta años, y acaso fuera por cumplir una profecía, pues miedo causa que se cumpla tanto cuanto tengo escrito sobre esta Encarnación, y que me permite en esta ocasión gustar el elixir de la vida, gotas de la vid criada en las calizas de Luciferi Fanum, acompañado con finas laminas de infiltrado pernil elaborado en la sierra Norte de esta ciudad de la Gracia.
Si fue una suerte poder cumplir el pronóstico, cuarenta años después, no fue menos poder hacer chocar el catavino con otros placeros, augurando los mejores deseos para el futuro de esta Encarnación, aunque mucho me temo que no se pueda cumplir, pues es harto difícil tener acierto en esta predicción.
Sevilla 1 de octubre de 2013
Francisco Rodríguez Estévez

 

 

 

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