Gazapo
Comparando actitudes de responsables en lo publico, convendría
recordar lo acaecido hace ya muchos años por quien llevó a cabo esta operación gazapo,
en parte para hacer desaparecer el mercado de animales de la Alfalfa , y en especial por
cumplir con las ordenanzas municipales, por mas que aquello pudiera parecer de
un ridículo acojonante.
Con la risa delatando la confiscación llevada a cabo, la
autoridad en la “amagrama”, digamos que con cierta vergüenza, confirmaba en la rueda
de prensa al efecto, que tanto el cunni-culus de pelo largo, como el de pelo
negro, y el de labio gordo, junto a otras especies que formaban el “amagrama” había
sido retirado de la circulación comercial por las fuerzas del orden. Manu
militari.
Una operación que siendo de cunni, tuvo mas de culus, toda vez del ridi-culus en el caso expuesto, por
lo que la risa floja, daba a entender con su labia, que no todos los culus eran
cunni, ni de lejos cunnilingus, pues con la risa contenida el lapsus lingüe era
algo previsible, cuando le llego el turno al pollo.
Por más que fuera visible a los informadores presente, y a
las cámaras televisivas, que lo contenido en la jaula eran los gazapos de la
intervención, quedaba claro pues, que la incautación era producto de un servicio llevado a cabo por la responsabilidad en el mercado de animales.
Debió de ser la lectura del listado de los "Oryctolagus", describiendo el numero
tantos de pelo corto, como los de rabo largo y el de labio gordo, donde por suerte
no se encontraron con ninguna “paca”, mas conocida como el chochi pintado, lo
cual hubiera sido para desternillarse.
Esta medida casi persecutoria por quitar de en medio esta
practica ancestral de exponer conejos, y mostrar los pájaros en plena plaza
publica, acabarían por hacerle desaparecer.
Posiblemente quede en algunos el recuerdo, pues no hacia
tantos años que no muy lejos del lugar del decomiso, antes de la
provisionalidad de las chapas, existía
una gran plaza municipal de abastos, ¡Ay, Encarnación! que disponía de ocho
puertas, ocho como la madeja del pictograma, donde esta mercancía viviente,
carne de mesa, podía adquirirse, con
sacrificio incluido, tal como ahora nos
muestran los documentales, de países asiáticos generalmente.
Otra carne encontraba clientela en el entorno, conejo negro,
pájaro blanco, loro verde, buscando hacer algo de caja con el género
disponible. ¡Ay, Alameda, que lejos queda!
Aquel responsable publico al que la risa formaba parte del
modus operandi en la gobernanza acaso olvidara que con la actuación manu
militari, se llevaron las cuentas de la lechera que se hicieron aquellos… (Con
lo que saque del pájaro cojeré un
conejo, con los huevos .......)En la distancia de los tiempos se evidencia el cambio, el responsable actual dice que prefiere la gobernanza, pues llegó a confesar, que siendo este el modo elegido para la gestión que se está llevando a cabo, no puede aplicar, en esta forma de gobierno, nada que no se alcance por el consenso, y que lo de manu militari se había acabado, mucho menos en un lugar como en lo de
En un paseo matinal por el centro, el pasado festivo del Pilar, pudimos comprobar que en
cuatro puntos de la capital de Andalucía, en cuatro puntos de intramuros, en
cuatro lugares del casco antiguo del centro histórico de la ciudad, se realizaban
practicas comerciales dignas de un documental asiático, comidas preparadas,
embutidos, dulces, pan, quesos, conservas de fabricación “artesanal”, se expendían
en condiciones tal, que hacia pensar que si aquello fuera causa del consenso
tolerante, o se evitaba el manu militari que debería exigir el cumplimiento de
las normas.
Era evidente que ninguno de los que alcanzaron el tratamiento de ilustrísima podía aparecer como garante de las exigencias cumplidas, menos si cabía la posibilidad de que algún medio capturara la instantánea rodeado por la muchedumbre saboreando un tofu artesanal, una empanada de lomo ecológica, o quien dice un batido energético, con el consabido temor al pie de foto.
Cuatro mercadillos ofreciendo en precarias condiciones una amplia
gama de productos de consumo, ya fueran crudos, preparados, elaborados o
cocinados, y como era festivo, pues resultaba harto difícil que el servicio
llevara a cabo ninguna actuación, como cuando el conejo de pelo negro, el de
labio gordo, y el de pelo largo, ¡Ay, Alameda! Visto lo cual, en nada sorprendia que en lugar de montarse el pollo, lo hiciera el conejo.
Sevilla a 16 de octubre de 2013
Francisco Rodríguez Estévez
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