El publico
Apenas si existen ya los clientes, clientes de la plaza,
clientes de los de toda la vida, muy distintos a compradores. Los clientes fueron perdiendo por mil causas la
fidelizacion de siglos, y sin darnos cuenta no solo con los tiempos y los
nuevos hábitos, cambiaron el rumbo de sus pasos y encontraron otros lugares en
su camino.
Que quedan pocos clientes, salta a la vista, o cuando menos
su numero ha descendido sustancialmente para los pequeños comercios dedicados a
la alimentación, incluso en aquellos que agrupados conforman la variedad que se
ofrece en las plazas municipales de abastos.
Que decir del marchante, en peligro de extinción, si
dependiendo del publico este encuentras otras opciones que les ofrecen, no solo
con excelente calidad y una mas que aceptable relación con el precio, si no que
encuentran mas fácil el acceso, y no solo por las puertas, todas las
posibilidades de aparcar sin riesgo de grúa, y cuando menos, paradas de
autobuses, pues lo del metro Linea 2, es la utopia de la Encarnación que aleja
a los compradores, derivándolos a otros centros, donde no tienen que sufrir como en lo de la Encarnación el
laberinto de los cojones, y tener que buscar una salida imposible, en una
puerta inexistente .
Hoy el publico ha sido mas contundente en su malestar por no
encontrar la puerta en el lugar que su lógica le hacia pensar su existencia, y
mira por donde, todos sin excepción, precisamente han venido hasta donde me
encuentro para preguntarme por la puerta.
No me ha importado explicarle a todos y a cada uno de ellos
la causa de esta deficiencia y su fácil
corrección, por lo que la dificultad se
encuentra donde las soluciones se hacen problemas, donde la responsabilidad es
irresponsable, donde se hace impensable que se encuentre una solución.
El publico busca una puerta que alguien olvidó, siendo la
causa que, donde tantos miraban nadie vio nada, donde no habia no faltó nada, y en lugar de cumplir cada responsable, previo
paga de su salario, con el cometido in
vigilando que tenia asignado, cada uno de ellos, tantos los vigilante de la
parte técnica, como los de parte administrativa, como la responsabilidad política,
incluida la oposición y los dormidos placeros , aconteció lo olvidado, ni
agradecido ni pagado con demasiada gente en el entorno como para que esto no
ocurriera, y la tontería se convirtiera en aplausos de la vanguardia, vítores
de modernidad, transgresión y zarandeo, papanatismo y patochada.
Siendo tan sumamente sencillo, lo de abrir una puerta en el
lugar apropiado, aunque solo fuera por contentar las demandas del publico que a
diario se pregunta donde fue a parar tanto, si hicieron esto, y es ahí cuando
no queda otra que recordar a Juvenal, en su “Satírica”, que ya por el siglo IV,
de cuando se data los vestigios de la colonia Julia Romula Hispalensis, que se
han llegado a conservar, aunque no fuera in situ, y es que fueron sabias sus
palabras cuando nos dijo aquello de “quis custodiet, ipsos custodes”, (Al
guarda, quien lo guarda)
No parece ser que sea asunto reservado, ya que siendo público
no es cosa de guardar, pues poco se puede ocultar en una puerta automática de
cristal, aunque fuera para permitir la accesibilidad y cumplir con la Ley , pero cierto es que por el
momento se esconden y no aparecen. El público espera poder dar, cuando
encuentre la puerta, un fuerte aplauso, y yo.
Sevilla a 22 de Octubre de 2013
Francisco Rodriguez Estevez
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