lunes, 17 de diciembre de 2012


+Para dos años

 

Justo para cuando dicen que se va a acabar el mundo se cumple el tiempo que nos acerca a la “llegada” de la Encarnación, para iniciar, una vez mas, pasada la “Esperanza”, un nuevo ciclo, precisamente donde nos metieron, hace  ahora para dos años, una vez  que fue completado el ciclo de pupa, estado provisional que en la metamorfosis de la Encarnación, después de tantos años, no todos los que llegaron  pudieron completar.

Para dos años, un largo tiempo de  permanente desesperanza, en el que siendo la esperanza  una puerta abierta, nos demuestra que solo un capricho, pudo hacer que esta fuera inexistente.

Dos años en los que el sueldo no alcanza para dejar el trabajo, y el trabajo, poco trabajo, desgasta mas la mente que el cuerpo, por mas que este se mereciera mejor salario como para que dejara de ser el trabajo una necesidad.

Acaso lo del fin de mundo no  sea algo que suceda, aunque lleve todas las papeletas del vaticinio de los mayas (que acertaban tela marinera) y lo mismo la crisis que nos tocó en suerte, no dure tanto, ni tanto como pensamos, aunque un poco mas, de lo que nos pronostican los sesudos economistas, esos que  ahora todos sabían perfectamente, desde no se sabe cuanto tiempo, lo de la burbuja, y lo de Zapatero, pero sin avisar. Por eso lo de abrir una puerta en la Encarnación es algo que hace falta y , como consecuencia de la deficiencia, como que se ha dado cuenta todo el mundo sin necesidad de que se acabe, ni de ser maya, ni ministro de hacienda, por no decir irresponsable.

Para dos años, y  seguimos sufriendo la heredad que nos dejo el doctor Sánchez con sus diagnósticos de cuchufleta, para dos años, y las cuentas de encaje bolillo que hizo el delfín castigado, no  quedó para puñetas, si acaso mas que pico de lagrimas, de pañuelo besamanos. Para dos años sin de Celis,  y sin puerta, ya sea de escape, o de seguridad, como puerta de Celis, mas madera. Los mismos años que hace que no aparece, que mas parece que le perdimos, quien puso broche de oro a lo de la Encarnación, pues de el nos dijo el medico,  en arenga de carteras negras, que era la única persona capaz de acabar, siendo el tercer hombre, lo que era imposible, entonces el pequeño Rey se hizo grande, efímeramente grande, mas madera. Llegó la Navidad, al son de batucadas.

Para dos años, y  con dos comicios entre medio, la anterior responsable, que tanta satisfacción sentía por aquello de que estando en su mandato este tradicional mercado de la Encarnación volviera a abrir sus puerta, (cabe pensar que ni sabia que existió una eterna provisionalidad) pues, como no se si pagará la cuota de afiliada, pero desde entonces no ha vuelto, ni para entregar propaganda electoral.

Para dos años, y ni con los nuevos cambiaron los tiempos, mas parece que  hoy fuera ayer, y lo mismo mañana es hoy,  pues algún día será ese mañana al que remiten todo lo que piensan  que pueden hacer hoy, y puede suceder, que entre el fin del mundo, la jubilación en puerta, y la puerta, automática, naturalmente que una vez que llegue la Esperanza, nos vendrá el Adviento, con animales, como siempre, y después las doce campanadas, con uvas o con pasa, aunque sean higos, que en sus golpes de despedida nos dirán que este por fin lo hemos acabado, y mira que ha sido malo, y llegaran los Reyes Magos, los de Oriente y los nuevos,  Holanda ya se ve, como concejales prometiendo salidas, cuando lo que se le pide es una puerta, solo una puerta. Para dos años y tengo la impresión de que no se quieren enterar, ye-ye.

Sevilla a 17 de Diciembre de 2012

Francisco Rodríguez Estévez

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