miércoles, 19 de diciembre de 2012


En las setas

 

Hemos llegado al segundo año, pero por como se dieron las cosas mas parece que fuera de batalla. Segundo año en el que no a todos le fue igual, por cuanto los costos son repartidos por igual, pero por el contrario ni los servicios, ni los beneficios tienen la misma distribución.

En la zona de la desolación que al no instalarse la puerta correspondiente, tal como correspondería al aplicar el sentido común, le corresponde los mismos costos que si tuviera estacionamiento, almacén de mercancías, obrador y cuarto de frio, montacargas y ascensores, sala de útiles y carretillas, puerta y además una fluidez en el paso de los posibles clientes. En las zona de la desolación, por no pasar ni pasa el encargado de mantenimiento tan preocupado por  solucionar tantos problemas que a diario le surgen, tanto interiores como exteriores, que a veces incluso a el  se le olvida controlar la indigencia,  la delincuencia, y la afectación de los olores impropios que se siguen advirtiendo, a pesar del esfuerzo realizado.

El caso es que entre la reposición de las losas de frágil granito del exterior, ese que se rompe en mil pedazos de continuo, especialmente machacado bajo las ruedas que tanto los trailers que descargan los eventos, como algún que otro de los que a diario las destrozas, incluyendo los efectos del paso del enorme camión  que succiona los continuos atascos, y los que recogen los contenedores de las basuras, sin contar aquellos que llenan los depósitos de cerveza de los bares de la zona. Mucho peso para un pavimento mal elegido, y que reponen aun sabiendo que volverán a partirse.

Es lo mismo que el encargado de mantenimiento, que con su criterio casi infantil, sigue disponiendo quien si y quien no puede estacionar. En lo de las setas como que nadie sabe donde se encuentra la responsabilidad, pues si esta fuera localizada lo mismo se daría cuenta de lo que es decoración,  e incluso llegaría a comprender lo que son llamadas de atención en el comercio, claro que para llegar a eso se exige nivel.

Dos años, y allí sigue el panel de metacrilato esperando que algún día se retire y en su lugar, entre los perfiles de aluminio, coloquen la puerta automática, al menos para evitarle a cuantas personas a diario sienten el bochorno de caer involuntariamente en la  trampa  de buscar una puerta inexistente.

Quede dicho que ya sean responsables, como irresponsables, que después de dos años, lo de la puerta, ya sea, bien automática, como abatible, o deslizante, o corredera, o plegable, es algo que para todas estas personas que a diario la buscan ya sea como entrada, ya sea como salida, por lo que su inexistencia no deja de ser  una autentica tomadura de pelo. Dos años, de risa (del alemán). Y aquí se siguen tocando palmas.

Sevilla a 19 de diciembre de 2012

Segundo aniversario (a dos días del fin del mundo)

Francisco Rodríguez Estévez     ¡Esa puerta!

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