El lugar importa
En esto de la
Encarnación , pensando como plaza municipal de abastos que por
extraño caso de la concesión pues tiene
nada menos que dos responsabilidades, la publica y la privada, y sin tener claro
donde están las atribuciones y las competencias en cualquier orden de cosas, pues según, las propias de una
parte resulta que siempre le corresponde
a la otra, y viceversa, por lo que asusta pensar que la responsabilidad del mantenimiento
privado, pueda tener otros cometidos, y que esta asuma sin competencias los que
les puedan ser impropios.
Se supone que entre las actuaciones que le corresponden estaría
el medir el espacio que existe entre perfiles de aluminio al objeto de poder
encargar llegado el caso, la puerta automática, la misma que después de dos años que cabría
pensar al menos, como que alguna actuación al respecto se podía haber llevado
ya a cabo, pues por mas que el publico siga buscando la puerta, evidentemente
esta no aparece, sencillamente por que no existe.
Todo como resultado de lo que fue una broma, que nos dejó el alemán para que le recordáramos
con su proyecto imposible, mil veces modificado, al menos hasta que alguien con
sentido común decida que se lleve una sencilla rectificación, pero no creo que
se esté por la labor, y a tenor de lo que acontece no quedará mas que aguantar
el mamarracho de las aleatorias puertas hasta que alguien decida hacer la
pertinente corrección.
El caso es que ahí
esta eso que se ocurrió premiar a un jurado internacional y de prestigio, y que a pesar de las pocas bondades que se le pueden advertir, y tal vez por eso,
y las elevadas minutas, incluso alcanzó el mayor merito de que fuera
considerado como consecuencia del papanatismo del momento. Pero en todo caso que
se podía esperar viendo aplaudir al personal enfervorizado esta tontería de la
curvas, y contra curvas, cuando incluso
en la propaganda oficial, le llamaron a Mayer, posiblemente por confusión fonética,
tal y como desde hacia muchos años se gano por merito propios el verdadero
poeta de las curvas, el recientemente fallecido Oscar Niemeyer, y mira por donde, ahora, después
de lo del MOMA, (que alguien pagará la cuenta) a esta pamplina se la pasea por
los mundos tal que fuera como un hito (léase mojón), cuando le dispusieron las
puertas fuera de lógica y nulo sentido comercial, especialmente olvidando de
forma intencionada esa que después de dos años cada día reclama el publico en
vano intento.
No parece bien que en el capricho de autor las ocurrencias inútiles
tengan que consentirse, ya sea el poeta ripioso o alejandrino, pero por dos
años lleva los responsables municipales sin tomar ninguna medida en ello, por
mas que si lo de la sostenibilidad se soslayó de forma incomprensible, lo de
las penalizaciones cayeron en olvido, y que
decir de la accesibilidad, e incluso del propio reglamento municipal en vigor,
de que serviría hablar de la Ley de Patrimonio Histórico de
Andalucía, o de la Estación del Metropol,
incluso del aparcamiento perimetral, por no volver a lo del Planetarium, ni lo
del vergel de trepadoras para creer un microclima de pulverizadores de agua en
la azotea. Podíamos recordar lo de la prolongación de la 5 avenida de Nueva York, para la sinuosa
calle repleta de tiendas de modas, pero
todo seria para nada.
Como todo parece indicar, ya no hay otra que aguantarse con
lo que tenemos, pero por mas que me cueste no me es posible entender que algo
de tal simpleza, y bajo presupuesto, como es abrir una puerta para favorecer al
publico en sus intentos de poder entrar, y no digamos nada de los de salir del
laberinto, se nos muestre por el tiempo transcurrido, primero, que o no se
tiene claro a quien corresponde esta actuación, si a la parte primera, o es a
la otra, por no pensar que la incapacidad en el asunto venga por la indefinición de las competencias, que
lo mismo la irresponsabilidad podría encontrarse, como la puerta. Por eso el
lugar importa.
Sevilla a 14 de diciembre de 2012
Francisco Rodríguez Estévez
No hay comentarios:
Publicar un comentario